La cárcel del fin del mundo

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

La muerte entre rejas

Al fin se realizó un documental sobre el histórico penal de Ushuahia, espacio de reclusión de presos de diversa procedencia: comunes, asesinos, ladrones y políticos enviados por el poder.

Al fin se realizó un documental sobre el histórico penal de Ushuahia, espacio de reclusión de presos de diversa procedencia: comunes, asesinos, ladrones y políticos enviados por el poder. Por fin, entonces, en algo más de una hora, La cárcel del fin del mundo documentaliza imágenes donde se reúnen el pasado y el presente en una narración que fluye de manera placentera. La directora Lucía Vasallo, en su opera prima, articula un discurso original para semejante tema, sin necesidad de recurrir en exceso a las cabezas parlantes sino confiando en la intensidad que provoca la lectura en off de algunos de los presos del penal, un lugar del espanto que abrió sus puertas a fines del siglo XIX para cerrar esas páginas del horror en 1947.
La película empieza con una lograda puesta en escena de una obra sobre el tema, donde la fiereza de los guardiacárceles alerta, atemoriza y reprime a los reclusos. Pasado este momento de ficción, surgen las imágenes de archivo en logrado contrapunto con la actualidad del ex presidio (desde 1947 Base Naval Argentina), entremezcladas con las cartas de presos comunes. Pero también hay espacio para referentes importantes que pasaron por el lugar: el Petiso Orejudo, el anarco Radowitzky (el asesino del asesino Ramón Falcón) y el criminal Mateo Bank. Cada uno de ellos tiene su propio espacio en el documental pero el trabajo de la realizadora vuelve a hacer hincapié en esos pasillos y rejas desde no había posibilidad de fuga. Es que La cárcel del fin del mundo es un documental sobre un lugar que fue ocupado por personas, algunas conocidas y otras anónimas, viviendo un temporada en el infierno donde solo existía el pasaje de ida.