La Caracas

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

El increíble Gran Premio de la América del Sur de 1948

Los años 2010 y 2011, con unos 110 estrenos de films nacionales cada uno, parecían a priori señalar que se había alcanzado un techo en el número de novedades cinematográficas locales anuales. Esta suposición tendría además sustento al observarse que la cantidad de estrenos por año en Argentina, alrededor de 300, no ha venido sufriendo sensibles modificaciones en varios años a la fecha. Y que por ende en el bienio 2011-2012 la producción nacional estrenada ya se estaba acercando a un elevado porcentaje de casi 40%.

Pero 2013 demuestra que la presunción señalada precedentemente no era la correcta. Al terminar octubre ya se han estrenado tantos films locales (alrededor de 110) como en todo 2011 o 2012 y el porcentaje del total ya está próximo al 45%. Esta situación permite más de un enfoque, desde quien festeja la elevada producción como manifestación de una riqueza de talentos hasta aquel otro que considera que esta verdadera “inflación” de producto es excesiva y sin posibilidad de ser absorbida por el acotado número de espectadores locales. Incluso el aumento esperado de espectadores del presente año frente al anterior (se estima un 10% más) no se debe a que se vea más cine nacional. Todo lo contrario dado que el público local tiene una fuerte preferencia por las películas norteamericanas.

Toda esta introducción tiene que ver con el estreno (local) que ahora nos ocupa de “La Caracas” que sale en dos salas y con apenas cuatro horarios diarios entre ambas. ¿Correrá la misma suerte que otro excelente documental (“Maradona, médico de la selva”) que por falta de espacio ya salió de cartel? Lógicamente si continúa la seguidilla de tres o cuatro estrenos locales por semana las chances de “sobrevida” de estas películas es mínima.

“La Caracas” es uno de tantos films documentales que se estrenan en nuestro país, pero es también uno de los pocos cuyo nivel roza la excelencia. Es probable que interese más a un público adulto, como este cronista pudo apreciar en una función de la tarde de hoy. Antes de empezar ya se escuchaban comentarios de parte del público a favor de Oscar y Juan Gálvez a quienes consideraban los máximos maestros del turismo de carretera. Ahora bien si, a usted lector, esos nombres no le significan gran cosa o nada es probable que la película no le provocará interés. Pues bien, la recomendación es justamente que no deje de verla y si es muy joven le pregunte luego a sus padres sobre qué sentían ellos cuando se corrían carreras como la de Buenos Aires a Caracas en catorce etapas y 10.000 kilómetros de distancia.

El director Andrés Cedrón, portador de un apellido famoso y parentesco con el Tata Cedrón, pudo imponer su relación familiar al utilizar las composiciones del célebre músico. Y dicha incorporación se constituye en uno de los máximos aciertos de su debut cinematográfico. Pero además armó una trama dramática que sobre todo será apreciada por aquel que no conozca los detalles de la muy accidentada carrera. Aparecerán nombres tan célebres como Fangio, los nombrados Gálvez, Domingo Marimón, José Froilán Gónzalez (que vive con 90 años!), Eusebio Marcilla (un caballero) y otros no tan famosos como Risatti, Taddía, Urrutia (de destino trágico), Semperana, Víctor García. Y pueblos del interior del país (Balcarce, Cosquín, Junín) así como la presencia institucional del ACA y de YPF.
Dado que la mayoría de los participantes del Gran Premio de la América de Sur del año 1948, hace 64 años, han muerto los testimonios en su mayoría son de parientes directos incluyendo el muy valioso de Eduardo, hijo del inolvidable relator Luis Elías Sojit. Porque en esas épocas, donde aún no existía la televisión y muchos menos los celulares e Internet, la RADIO era el medio por excelencia.
Los más veteranos recordarán la famosa frase “coche a la vista” y la competencia feroz entre Ford y Chevrolet y más de uno se sorprenderá al comprobar que Oscar Gálvez, ganador de la primera etapa Buenos Aires-Salta, lo hizo a un promedio de 122 kilómetros por hora.
Habrá momentos dramáticos como el accidente que casi le costó la vida a Fangio (su acompañante Urrutía no lo sobrevivió) o la definición de la carrera al llegar a Caracas.
Hacia el final la película hace referencia a un recorrido parcialmente similar que realizaran el Che Guevara y Alberto Granado varios años más tarde, aunque obviamente los medios de transporte y los objetivos eran otros, quizás no tan diferentes al compartir cierta idea de unidad de América del Sur.
Son un acierto los títulos donde aparece una a una las fotos de los 141 autos participantes junto a las de su piloto y copiloto.