La bella y la bestia

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Digna versión acorde con los recursos tecnológicos actuales
Una nueva versión de “La bella y la bestia” automáticamente remite a compararla con otras anteriores. Siendo esta una producción francesa es probable que muchos potenciales espectadores, sobre todo los más veteranos y/o cinéfilos, inmediatamente piensen en la que sigue siendo hasta ahora la más lograda recreación cinematográfica de la versión literaria de mediados del siglo XVIII (en verdad son dos).
Nos referimos obviamente a la película dirigida por Jean Cocteau en 1946 y con Jean Marais en el rol de la Bestia y Josette Day como la Bella. Son pocos los puntos comunes entre ambas “La Belle et la Bete”. Aquella era en blanco y negro y en ésta no sólo los colores sino los efectos generados por computación la alejan visualmente de su antecesora. También hay bastante diferencia en la historia, más diversificada aquí y con más personajes. Quizás lo que más se asemeje en ambas versiones sea el diseño de la “bestia” ya que ambas guardan un cercano parecido.
El director Christophe Gans nació en Antibes, muy cerca de Cannes y seguramente de chico escuchó hablar del Festival más importante del mundo. Quizás esa cercanía geográfica lo haya motivado a incursionar en el cine desde joven.
En Argentina sólo se estrenó su segundo largometraje “Pacto de lobos”, casualmente ambientado en la misma época en que fue concebida la obra literaria antes citada y donde también había una “bestia”. En un rol secundario aparecía Vicente Cassel, quien en éste, el cuarto largometraje de Gans, tiene uno de los dos roles centrales. El otro es asumido por la, nunca mejor la redundancia, bella Léa Seydoux (“La vida de Adèle”). De todos modos “Silent Hill”, el hasta ahora mejor film de Gans, nunca fue estrenado en los cines en Argentina.
La película comienza de manera bastante espectacular con el padre de la joven (André Dussollier), en momentos en que pierde toda su fortuna al naufragar sus barcos de carga y verse obligado a emigrar junto a sus hijos a una casa alejada de las grandes urbes. Bella es la más pequeña de seis hermanos, contrastando con las otras dos mujeres y en particular con Maxime (Nicolas Gob), uno de los varones que se revela un jugador empedernido y de discutible moral.
De cómo Bella llegará a tener que vivir en el castillo de la Bestia se ocupa la primera parte del film y dónde una rosa roja que toma su padre de la propiedad de la bestia será la causa central.
La trama, bastante diferente de otras versiones anteriores más fidedignas, introducirá diversos personajes entre los cuales se destaca el vengativo Perducas que compone Eduardo Noriega. Pese a las diferencias señaladas la historia de amor entre los dos personajes mayores estará presente aunque quizás pueda lamentarse que se pierda un poco al incorporar tantas subtramas.
Los efectos especiales lucen en la nueva “La bella y la bestia”, que en poco se parece a la animada de Disney. Vale la aclaración de que a diferencia de aquélla esta no es recomendable para niños muy pequeños. Los adultos probablemente apreciarán sus cualidades estéticas y la música. Sin llegar a la altura de la de Cocteau ésta es una versión digna y de alto presupuesto que no tiene en nada que envidiar a las producciones norteamericanas, con el plus de estar hablada en la lengua en que fue escrita hace dos siglos y medio.