La abeja Maya

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

La abeja Maya, con exceso de explicaciones

Ya conocemos a la centenaria La abeja Maya: creada por el escritor alemán Waldemar Bonsels a principios del siglo XX, tuvo una exitosa adaptación televisiva animada hecha en Japón en la década del 70 que llegó a América latina a principios de los años 80. Volvió en 2012 con otra serie animada, en esta ocasión de forma digital, y ahora llega la película de Maya adaptada al siglo XXI, una coproducción germano-australiana.

Maya es una abeja pequeña, rebelde, preguntona, que quiere salir al mundo. Hay una reina bondadosa, una intriga palaciega, más insectos, miedos que no deberían serlo, una posibilidad de entendimiento y ayuda con el diferente que antes era temido, etcétera. La película tiene el exceso de explicación típico de un producto pensado para los más chicos entre los chicos, realizado por esa clase de grandes que no quieren dejar nada librado al azar. Por eso, el relato, más que infantil, se vuelve pueril, esquemático y en extremo previsible. De todos modos, el segmento inicial tiene velocidad y encanto, Maya es simpática y la animación es siempre colorida y eficiente.