Kingsman, el servicio secreto

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Humor negro y delirio satírico.

No es la primera vez (y probablemente no será la última) que se hace una parodia de las películas de agentes secretos, sobre todo de las de James Bond. Lo bueno de esta comedia de acción a cargo de Matthew Vaughn es que no se trata de un simple derivado, de un mero reciclaje de los elementos más obvios del universo de 007, sino que alcanza vuelo propio con una relectura desprejuiciada y pop de los tópicos del cine de acción con ese siempre distinguido sello británico. Algo así como la saga de Austin Powers, pero con mejores resultados.

Fanático de las clásicas películas de Bond, pero también de series de su país como Los Vengadores o de apuestas estadounidenses como El agente de Cipol, Vaughn decidió tomar como punto de partida para Kingsman un cómic de Mark Millar, de quien ya había adaptado la no menos absurda y desquiciada Kick-Ass.

Ambas películas (e historietas) parten de la idea de un muchacho sin demasiadas luces y no pocos problemas de conducta que se convierten en impensados héroes. En este caso, el protagonista es Gary "Eggsy" Unwin (Taron Egerton), un joven que es rescatado del submundo más sórdido de Londres por el agente secreto Harry Hart (un impecable, en todo sentido, Colin Firth), quien decide devolver un viejo favor a un colega ya fallecido y lo suma a un exigente plan de entrenamiento para jóvenes aspirantes a sumarse a sus huestes.

Entre desafíos extremos (hay muy buenas coreografías de lucha) y los inevitables gadgets de este tipo de películas aparece un malvado tan exagerado como divertido interpretado en plan Goldfinger por Samuel L. Jackson. Su presencia -siempre acompañado por una letal asesina con afiladas piernas prostéticas que remeda a la Uma Thurman de Kill Bill- lleva a Kingsman al terreno puro del cómic con una segunda mitad totalmente jugada al gore (cuerpos despedazados, cabezas que explotan) y al delirio disparatado y satírico. No es, por lo tanto, una propuesta para todo tipo de sensibilidades, pero quienes gusten del humor más negro y de los excesos como provocación seguramente la pasarán muy bien.