Karakol

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Clara acaba de perder a su padre y está trabajando en procesar esa pérdida. En su desesperación y dolor, intenta encontrar algunas pistas que hacen pensar en que su padre tenía una vida paralela. Descubrimiento que la lleva a través de un viaje físico y emocional. En la travesía de encontrarse a sí misma y reconocerse como tal, emprende un camino doble, empatía con el espectador que despierta toda pérdida de una figura de cabal referencia. El quiebre en su vida y la escritura propia de la existencia se tornan un punto de giro vital, en este drama protagonizado por Agustina Muñoz, Dominique Sanda y Soledad Silveyra, junto a la participación especial de Luis Brandoni y Gabriel Corrado.
Allí, la trama de “Karakol” indaga en el tránsito hacia un viaje espiritual, directamente exponiendo la experiencia troncal de un dolor que convierte a la protagonista en una suerte de detective que busca recomponer esa figura secreta y blindada, develando ese interior secreto que estaba alejado de la mirada de su hija. Atravesar un duelo en estado de suspensión y descubrir respuestas a interrogantes acerca de lo que fue, amó y deseó su padre, se convierte en el leitmotiv de Clara. La extrañeza real acerca del indicio de la doble vida de su progenitor cobrará mayor magnitud en aquel lugar remotamente alejado, inspirado -según palabras de la directora- en las crónicas de Marco Polo; un paraíso perdido y desolado, donde la búsqueda se llevará a cabo.