Juventud

Crítica de Roger Koza - Con los ojos abiertos

En los Alpes, en un hotel que resulta casi una caricatura del hotel de El Gran Hotel Budapest, que de por sí ya consistía en una caricatura, un monje tibetano toma vuelo y despega finalmente del suelo. Ya se lo había visto intentándolo en un par de planos precedentes, pero nadie creía en su liviandad metafísica. La cámara sí obedece a la fuerza de la gravedad y, a cierta altura del registro, no se entiende inmediatamente si la cámara desciende o el monje se eleva. He aquí el suspenso gestionado en lo menos acuciante de una acción. Pero sí, el monje está levitando, lo cual se comprueba para nuestro asombro porque la cámara llega a distanciarse para tomarlo en el aire. ¡Una maravilla! ¡Y una tendencia de época! Estamos en la era de los voladores, estrellas que, si quieren, levitan en la postura padmasana. ¿Cómo no va a vencer a la gravedad quien práctica el control total de su cuerpo? ¿Cómo no van a elevarse de esta tierra inmunda aquellos que sienten pertenecer al firmamento?

En Birdman, la escena en cuestión era la inicial. Aquí, en Youth, la nueva película de Paolo Sorrentino, un director italiano que filma por segunda vez para Hollywood, la escena está en la mitad de película. Lo que no sucedía en la de Alejandro González Iñárritu es que el plano a continuación en Youth es demasiado terrenal: una Miss Universo despampanante, que un poco antes ha demostrado ser, además, una criatura inteligente, se mete enteramente desnuda a la piscina del spa. Darse un chapuzón, relajarse y, mientras tanto, regalarles a los personajes casi octogenarios interpretados por los grandes Michael Caine y Harvey Keitel un momento de dicha visual, aunque no táctil. Los viejos observan como si estuvieran contemplando una emanación erótica de la madre tierra la encarnación directa de Eva. Los pechos perfectos de quirófano de esta criatura proveniente del Edén, concebida por algún demiurgo machista con bisturí en mano, también desafían la gravedad. Pechos de inspiración budista, un culo para invocar el samadhi. Es que en la película de Sorrentino todos los signos circulan en pie de igualdad: se ven tetas de distintos tamaños, pubis, se cita a Novalis, se recuerda a Stravinsky, un actor practica ser Hitler y, por si faltara algo más, un remedo obeso de Maradona, antes de su operación gástrica, se pasea en traje de baño con un tatuaje de Karl Marx en su espalda nadando un poco o haciendo jueguito con una pelotita de tenis. La Claudia lo acompaña. He aquí Youth, película de Sorrentino, presunta meditación sobre el paso del tiempo con escenas didácticas para que nadie deje de iluminarse frente a esta lección colosal. Belleza, belleza por todos lados. O, simplemente, la gran vulgaridad. Youth, película en competencia oficial, próximamente en los Oscars. Aclamada, amada por la mayoría, con este film de Sorrentino se proclama la nueva ola del global pudding. ¿Qué es? Películas universales de calidad con su respectiva pedagogía en el nuevo esperanto de los ricos del mundo que se escribe en imágenes: budismo, publicidad, hedonismo light, existencialismo de tarjeta de crédito. Ideal para Cannes.