Justin Bieber: Never say never

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Un recorrido por la carrera y la vida del ídolo adolescente de 16 años

Este documental musical que sigue los pasos del ídolo pop adolescente Justin Bieber está pensado, filmado y editado para promocionar la figura de su protagonista. Para quienes no lo conocen es un buen primer acercamiento a la meteórica carrera del chico de 16 años por el que suspiran sus hijas y para los que sí saben quién es, esas nenas que adoran sus canciones, su sonrisa y su pelo, supone un nuevo motivo para seguir adorándolo. Claro que más allá de las intenciones de los productores del film, entre los que está el propio Bieber, el documental resulta una interesante puesta en imágenes y palabras de lo que significa la popularidad y la fama en el siglo XXI.

Todo comenzó -la película y la carrera musical- en Internet. Más precisamente con unos videos del chico cantando subidos a YouTube que compartían y competían por atención de los cibernautas con, entre otras, las imágenes de un panda bebé estornudando, un par de hermanos gemelos riéndose a dúo en su cuna y un gatito aplaudiendo.

Videos familiares que alcanzan a cualquiera con una computadora a mano y algo de tiempo para explorar. Y en esa oferta indiferenciada, sin categorías ni más exigencias que el entretenimiento momentáneo, dice la película con un sentido crítico no intencional, nació una estrella. Allí vio Scooter Braun, un joven ejecutivo de la industria discográfica, a Justin, un preadolescente canadiense con una bonita voz y una evidente facilidad para llevar el ritmo desde su más tierna infancia.

El film sigue las reglas del documental más convencional para contar la historia de Bieber desde que era un bebe de tres o cuatro años tocando la batería con asombrosa habilidad hasta su primer recital en el legendario Madison Square Garden de Nueva York. No hay nada demasiado original en el recorrido aunque sí sorprende que en él se hayan incluido varias reflexiones de los adultos que rodean al adolescente sobre lo dañina que puede ser la fama alcanzada a tan temprana edad. Se menciona a Michael Jackson-aunque ni su historia ni su talento sean comparables con los de Bieber-, pero la alerta sobre el peligro de una infancia perdida está mejor representada con la aparición de Miley Cyrus. Cuando comparten el escenario, la ex Hanna Montana del Disney Channel con dos años más que Bieber parece una veterana-en el peor sentido del término-. El uso del 3D no aporta demasiado aunque seguramente las fanáticas agradecerán sentir a su ídolo un poco más cerca.