Justin Bieber: Never say never

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Nunca digas nunca

Esfuerzo inútil. Gaje del oficio. Llámenlo como quieran, pero esta crítica que estoy por redactar no tiene el más mínimo sentido ni mucho menos su calificación: los fans de Justin jamás leerán este texto y los seguidores del sitio no deben tener la más mínima intención de verla, a menos que sus hijos, nietos o sobrinos se lo pidan.

En principio, debo decir que voy a ver este tipo de películas porque mi hija Franca, de 8 años, las disfruta y yo disfruto de verla disfrutar. Y con eso es más que suficiente. Es un mero rol de acompañante y, de paso, me sirve para conocer un poco el estado de las cosas en el universo (pre)adolescente. Los periodistas, se sabe, nunca dejamos de ser seres curiosos.

Dicho esto, debo admitir que Never Say Never no es un documental que dé vergüenza ajena. OK, es un panegírico promocional de Justin Bieber, el nuevo fenómeno adolescente. OK, está construido con el manual del making of + home movie + rockumental, pero aun con todos sus clisés, sus convencionalismos y su marketing de biografía autorizada a flor de piel no deja de ser un relato que genera algún interés y -perdón por el "exabrupto"- ciertos momentos de intensidad emocional.

Para quienes no hayan leído nada del boom Bieber les cuento rápidamente que tiene casi 17 años, canta y toca varios instrumentos (especialmente la batería) desde muy niño, surgió gracias a los videos subidos a YouTube por su madre (que lo crió casi soltera), explotó vía Twitter y en un año y pico pasó de vivir en un pueblo canadiense a vender millones de discos y concretar una de las giras más exitosas de todos los tiempos (tardó 22 minutos en vender las entradas para su concierto en el mítico Madison Square Garden). Las chicas del espectro 4 a 25 años (así de amplio es) "mueren" por este rubio que parece un muñequito de torta (o como alguien dice en el film "El Macaulay Culkin de la música").

De eso se trata Never Say Never, un film que -para mi gusto- es un poco mejor que el que ya tuvieron otras estrellas adolescentes como Hannah Montana/Miley Cyrus o los Jonas Brothers. El director Jon M. Chu (Step Up) hace lo que puede (o lo que le dejan) y el resto son imágenes en 3D de los shows (con apariciones especiales de la propia Cyrus o Jaden Smith) o registros de la trastienda artística, familiar y comercial (un poco real, otro tanto armada) de Justin, que incluye la presencia de Usher (su "padrino" artístico), Boys II Men o Ludacris (nadie se quiere quedar fuera).

De manera superficial y sin pretender ningún análisis sociológico, la película habla del boom de las redes sociales (las fans "descubrieron" a Bieber mucho antes que la industria de la música) y de cómo se construye hoy un fenómeno (lo que antes tardaba 5 o 10 años hoy se desarrolla en uno). No pretendo con esto decirle al cinéfilo curtido que vaya a ver Never Say Never, pero para una película que tiene un injustamente bajo promedio de 1,1/10 en IMDb es, casi, una hazaña. Nos vemos en la próxima película de Selena Gomez.