Justicia implacable

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

En 2004 se estrenó Asalto al camión del dinero (Le convoyeur, 2004), película del francés Nicolas Boukhrief con Albert Dupontel, Jean Dujardin y François Berléand. Y esa historia es el punto de partida de este film que los ingleses Guy Ritche (coguionista y director) y Jason Statham (protagonista absoluto) rodaron en Los Angeles con resultados más que estimulantes.

Ritchie y Statham ya habían trabajado juntos en 1998 en Juegos, trampas y dos armas humeantes y luego repitieron en Snatch: Cerdos y diamantes (2000) y en Revolver (2005), pero Justicia implacable (ay, ese título local) los encuentra casi dos décadas después mucho más maduros, menos pirotécnicos. Estamos en principio ante un típico thriller de robos de caudales, pero con varias vueltas de tuerca y sorpresas que van surgiendo a medida que avanza la narración.

El director británico ha demostrado desde siempre un fuerte interés por (y una innegable capacidad para) el thriller, pero aquí se desprende tanto de su hiperestilización y sus regodeos visuales como de su humor negro canchero e irónico para apostar, en cambio, por un relato crudo, seco y potente.

Tras una excelene secuencia inicial en la que vemos el sangriento asalto a un camión blindado desde el interior del vehículo (en el transcurso del film lo volveremos a apreciar desde otras perspectivas para entender la situación completa y sus múltiples implicancias), el protagonista, H (Statham), un tipo “duro” y lacónico, ingresa a una empresa de segurida llamada Fortico, que en sus camiones transporta cada día decenas de millones de dólares. Y el recién llegado pronto demostrará su capacidad para defender los blindados de distintos ataques armados. ¿Por qué lo hace? ¿Para qué se arriesga si el dinero ni siquiera es suyo? Las respuestas estarán en aquella escena inicial que iremos resignificando.

Justicia implacable tiene un mínimo sustento psicológico y ninguna moraleja (de ahí las regulares críticas que recibió en la mayoría de los medios). Es una película sobre profesionales (del robo) hecha por profesionales (del cine). Es clínica y directa, impactante y descarnada en su violencia por momentos extrema, con una narración precisa y alejada de toda demagogia (hay, por momentos, algo de Fuego contra fuego / Heat, de Michael Mann, en la propuesta). Ritchie y Statham, cada uno en lo suyo, saben lo que hacen y cumplen exactamente con lo que prometen. Sí, juntos son dinamita.