Juntos... pero no tanto

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Calentando corazones

De Rob Reiner. Michael Douglas y Diane Keaton, dos viudos y vecinos con humor y romance.

Si en los ‘80 y ‘90 Meg Ryan era la reina de la comedia romántica, Rob Reiner se había ganado el título en cuanto al director del género en cuanto realizó Cuando Harry conoció a Sally. Veinticinco años más tarde, Juntos... pero no tanto es, también, una comedia romántica, pero con personajes de la tercera edad. Como si Harry y Sally estuvieran al borde de la jubilación.

Es que Michael Douglas y Diane Keaton interpretan a dos viudos y vecinos, que se llevan horrible. Dos almas heridas que no pudieron superar la muerte de sus parejas, pero uno imagina que el final los encontrará mejor. Unidos y dominados.

El protagonista claramente es Oren Little, que como agente inmobiliario espera vender una propiedad (la casa que compartió con su esposa) para mudarse a una casita en Vermont. Cascarrabias -al estilo del personaje de Jack Nicholson en Mejor... imposible-, de su boca salen espinas y ninguna rosa. Las películas de Reiner suelen tener muy buenos diálogos, con mejores respuestas, y Douglas se mueve muy, pero muy suelto con sus, claro, remates.

La necesaria complicación llega cuando el hijo de Oren, que debe cumplir una pequeña condena en prisión -por algo que no cometió, obvio- le deja en la puerta del condominio donde vive a Sarah, la nieta por cumplir 10 años que no conocía. A partir de ahí, Oren y Leah (Keaton) tendrán algo en común, hacer lo mejor posible para que Sarah no extrañe a su padre, y comenzarán a encariñarse.

Reiner -que se quedó con el papel del pianista con peluquín enamorado de Leah, que es cantante aficionada en bares- mantiene con el correr de los años el timing apropiado. Los chistes sexuales ya son como de salón, pero eso es tan cierto como que por fin a Douglas le pusieron como contrafigura a una mujer de su edad, no haciendo de galán jovencito. Está... viejo.

Y si el actor por cierto se luce gracias a sus diálogos, Diane Keaton está encantadora con su look a lo Annie Hall, sombreros y pantalones incluidos.

Igual, los personajes secundarios funcionan como deben hacerlo en el género: tienen su momento de lucidez, apoyan a los protagonistas y desaparecen en el momento justo. Como el hijo drogadicto de Oren -que es hijo, y nada más-, o la compañera de inmobiliaria, interpretada por la siempre exquisita Frances Sternhagen.

En síntesis, en tiempos en que la comedia de Hollywood busca ser efectista antes que efectiva, y es grosera o banal, Juntos... pero no tanto es el tipo de película que veíamos hace años, y como hijos compartíamos con los padres.