Jungle Cruise

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Disney en piloto automático

The Rock y Emily Blunt se embarcan en una aventura por el Amazonas en una búsqueda épica por el bien de la humanidad.

Después de haber remasterizado en live action todos sus clásicos animados, Disney vuelve a dar un poco de “aire fresco” a sus estrenos anuales y vuelve a focalizarse en hacer películas cuyo origen no tenga nada que ver con alguna obra literaria; En esta oportunidad la empresa del ratón se encarga de adaptar uno de los juegos mecánicos que se encuentra en uno de sus parques conocido cómo Jungle Cruise, mismo mecanismo del cual surgiera una de las franquicias más rentables que supo tener Disney como lo fue Piratas del Caribe (2003) una saga que tuvo un gran impacto con sus primeras tres entregas pero que después esa idea fresca e innovadora terminó agotándose. Con esos pergaminos era sólo una cuestión de tiempo para que la fórmula se viera recreada y luego de estar más de 15 años en el proceso, con cambios constante de guiones, protagonistas y demás Jungle Cruise (2021) vea la luz del día gracias a, entre otras cosas, sus dos caras protagónicas: Emily Blunt y Dwayne “The Rock” Johnson.

Ahora bien, ¿De qué va la película?, la Doctora Lily Houghton (Blunt) es una especialista en botánica que creció escuchando las leyendas de un árbol cuya flor otorgaba a quienes lo encontrasen diferentes poderes curativos de todo tipo hasta tal punto de concebir la vida eterna y junto con su hermano MacGregor (Jack Whitehall) se han cansado de recibir destratos de los diferentes líderes académicos del Londres pre primera guerra mundial. Pero Lily, quién es una mujer que no se deja amedrentar por las autoridades, termina descubriendo un dato que podría resignificar su investigación por completo, encontrando el lugar exacto en donde yace el árbol que ella se encuentra buscando desesperadamente. Su viaje llevará a los hermanos Houghton a las inexploradas aguas del Amazonas en Brasil, pero antes de comenzar su periplo por las turbulentas aguas del río deberán conseguir un capitán que conozca esas aguas y dicho marinero es ni más ni menos que Frank Wolff (The Rock), un conocedor a fuego del Amazonas que se dedica a programar diferentes paseos para los turistas a bordo de su vetusto más no inservible navío. Así, los tres se embarcaron en la búsqueda de una leyenda que pueda cambiar el curso de la historia, al mismo tiempo que escapan de otras personas que buscan el mismo árbol pero para propósitos más oscuros y menos amigables.

Dirigida por el catalán Jaume Collet-Serra, quién es el director que está filmando Black Adam (2022), y escrita por Glenn Ficarra, John Requa y Michael Green la película tiene como fuerte ser una simple película de aventura de la cual no se espera, y no otorga, ningún tipo de doble interpretación ni de propósito oculto. Dentro de las poco más de dos horas de duración la cinta no se toma prácticamente respiro y a cada momento se dan situaciones de riesgo para los personajes, de constante emoción y de entretenimiento garantizado. Básicamente logra algo clave para una película de aventura para toda la familia que es no ser aburrida. Ahora bien, de la misma manera que sucede esto, que es bastante destacable, la película es tan básica desde su concepción que no logra cautivar al público porque cada una de las partes de la trama que conforman la totalidad de lo que se quiere contar ya se vio antes en múltiples cintas del género. A simple vista se pueden ver similitudes con los Goonies (1985), la ya mencionada saga de Piratas del Caribe, la saga de la Momia de Brendan Fraser y obviamente, quizás la mejor de ese rubro, una gran similitud con el universo de Indiana Jones, que próximamente tendrá su quinta entrega con el interminable Harrison Ford; Todas historias y películas que tienen a la aventura cómo gran motor conductor pero que se diferencian enormemente una de la otra por diferentes cuestiones que no vienen al caso ahora mismo, salvo por una: la identidad. Jungle Cruise renuncia a tener cualquier tipo de identidad o aspecto que las diferencie del resto y en cada momento que esa distinción puede hacerse presente, la dirección y el guión (no se descarta el estudio), optan por la fácil y no jugársela nunca.

Otro aspecto en el que a priori la cinta debería funcionar es en las actuaciones, aspecto en el que por separado todos y cada uno de los miembros del elenco funcionan bastante bien pero que al querer funcionar como “pareja” falla en el intento. La química entre The Rock y Emily Blunt brilla por su ausencia y nadie podría jamás creer que sus personajes tienen algún futuro romántico en el horizonte. La pieza que termina funcionando a la perfección es la de Jack Whitehall que con un rol totalmente secundario y complementario va de menor a mayor en la cinta y logra establecerse como uno de los mejores personajes. El elenco se ve completado por Jesse Plemons, en un nefasto e inmediatamente olvidable antagonista, y por Edgar Ramírez y Paul Giamatti quienes con pequeñas apariciones y escasos minutos hubiera sido aceptable verlos un poco más

Jungle Cruise es una película divertida y aceptable, ni más ni menos que eso. Lejos está de ser una maravilla del entretenimiento pero tampoco es un desastre cliché, es básicamente Disney y otro producto diseñado y manufacturado en piloto automático, pero que esta vez, logró llegar a la orilla y no hundirse.