Juegos de muerte

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Psycho circus

Si hay un “detalle” que suele molestar a los fanáticos del terror es el hecho de que las distribuidoras argentinas están obsesionadas con retitular de manera ridícula films que a partir de ese momento resultan inhallables para el espectador promedio, ese eterno “objetivo a captar” si pretendemos que se garantice en el tiempo la viabilidad comercial del género y su consiguiente llegada al circuito tradicional de exhibición. Gracias a esta desagradable compulsión muchos no pueden identificar las características -ni mucho menos la genealogía- de películas que pasan injustamente inadvertidas y se pierden en el pelotón.

Nunca un mejor ejemplo al respecto que la presente Juegos de Muerte (The Collection, 2012), secuela directa de la eficaz El Juego del Terror (The Collector, 2009): por supuesto que con semejantes “traducciones” cae de maduro que el grueso del inefable “público potencial” entrará a la sala sin tener la más mínima idea de lo que presenciará más allá de las referencias exploitation del caso. A decir verdad quizás ese es el único atisbo de coherencia ya que la original fue una suerte de “rip-off oficial” a cargo de Marcus Dunstan y Patrick Melton, los guionistas históricos de la franquicia de El Juego del Miedo (Saw).

Si la primera combinaba desvergonzadamente el suspenso de entorno cerrado con el llamado “porno de torturas”, su continuación funciona más como una mixtura entre policial negro y slasher de cadencia taciturna e inclinaciones ochentosas. La trama comienza en el lugar exacto donde finalizó la anterior, con el pobre de Arkin (Josh Stewart) en manos del sádico coleccionista de seres humanos. El prólogo maximiza la premisa a un nivel impensado ofreciéndonos una masacre súper mecanizada de todos los asistentes a un local nocturno, los cuales padecen lo propio de los productos del suelo frente a las cosechadoras.

A partir de allí el itinerario experimenta algunas modificaciones más que placenteras: de tal convite el señor se lleva a una joven con un padre adinerado, quien a su vez contrata a un equipo de elite para que la rescate aunque no sin la ayuda de Arkin, hoy un sobreviviente a duras penas luego de un escape improvisado. Los mayores puntos a favor vuelven a ser la “ambientación contextual”, nada menos que el hogar/ circo psicótico del enmascarado, y el enfoque clasicista de desarrollo cruzado desde el que está diagramada la narración, sin dudas el entorno perfecto para tantas muertes artísticas en este verdadero vendaval gore…