Judy

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Judy Garland tuvo una existencia intensa, tortuosa y breve. De niña prodigio en la actuación a cantante popular, esta mujer, madre y multifacética artista tuvo demasiados maridos, demasiadas adicciones, demasiadas noches de insomnio, demasiadas deudas, demasiadas angustias que derivaron inevitablemente en una acumulación de escándalos que sobrellevó como pudo en sus 47 años de vida. Es el tipo de personaje ideal para una biopic y, sobre todo, para una actuación como la de Renée Zellweger, quien allá por las décadas de 1990 y 2000 fuera una estrella de la comedia romántica (recuérdense Jerry Maguire - Seducción y desafío en 1996 o El diario de Bridget Jones en 2001) y, luego de varios años de secuelas innecesarias y papeles intrascendentes, vuelve con un papel que pide a gritos (y casi seguro conseguirá) el Oscar.

Zellweger es el centro, el corazón y lo mejor de una biopic tan cuidada y eficaz como convencional y superficial dirigida por el inglés Rupert Goold (True Story). Un cuentito bien contado, pero que está lejos de ubicarse entre los mejores exponentes de este subgénero tan de moda como el de las biografías trágicas de artistas torturados. Ella ofrece una de esas performances en ciertos pasajes algo ampulosas, bigger than life (no son de las de que particularmente más me gustan) que ganan premios. Zellweger canta muy bien en vivo, deja todo en cada plano, logra mimetizarse con la gestualidad de Garland y, en definitiva, no desaprovecha la posibilidad este regreso con gloria.

El guion de Tom Edge, basado en la obra de teatro End of the Rainbow, de Peter Quilter, va alternando entre el último año de la diva (murió en 1969) y sus inicios en la industria del cine (interpretada por Darci Shaw) bajo la supervisión (y presión o incluso manipulación) del productor Louis B. Mayer (Richard Cordery). La película muestra sus penurias económicas, su imposibilidad de cumplir con su rol de madre (además de la por entonces ya adulta Liza Minnelli tenía otros dos hijos pequeños) que la llevó a perder la custodia y al mismo tiempo poder reciclar y encarrilar una carrera musical en medio de una vida llena de turbulencias y contratiempos.

Los traumas acumulados desde pequeña están (sobre)explicados, sus relaciones muchas veces tirantes y en algunos casos enfermizas con los hombres son descriptos de manera bastante obvia y esa falta de sutilezas y matices corroe el resultado final. De todas maneras, la intensidad que aporta Zellweger como la actriz de El mago de Oz y Nace una estrella y la minuciosa reconstrucción de esa Londres de los años '60 terminan por conformar un film atendible y en varios pasajes disfrutables.