Juan de los muertos

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Zombies invaden La Habana

Juan es un antihéroe que tomará conciencia de su rol revolucionario ante la avanzada de estas criaturas que muerden a quien se les cruce por el camino. Irónica y delirante apuesta.

Sin aviso previo, miles de zombies invaden La Habana y un grupo pequeño de resistentes comerciará con el tema en medio del caos y, más tarde, el antihéroe Juan tomará conciencia de su rol de revolucionario. Si las famélicas criaturas de hace tres décadas de Vampiros en La Habana, film de animación, ocupaban la Cuba de fines del siglo XIX, estos zombies no andan con vueltas: pese a que se los ve con paso cansino, muerden y convierten a un ser humano en otra cosa, tal como ocurría en los clásicos de Sam Raimi (Diabólico, Noche alucinante) y George Romero (La noche de los muertos y sus secuelas). En efecto, Brugués convoca a la cinefilia un tanto bizarra de los '70 y '80 para narrar una invasión donde la Plaza de la Revolución con la imagen del Che es ocupada por zombies. ¿Metáfora? ¿Alegoría? En todo caso, Juan de los muertos es una simpática parodia donde un grupo de desquiciados (el protagonista, la hija del líder, un sujeto que desea irse a Miami, un experto en artes marciales y un fisicoculturista que se desmaya al ver sangre) afrontará una serie de peligros ante una ciudad ocupada por gente que anda con hambre. Así, recorren las calles, registradas por sorprendentes y funcionales efectos CGI, cortando cabezas, salpicando de sangre el lente de la cámara e ironizando sobre la revolución y la contrarrevolución. Juan de los muertos ganó el Goya 2012 (imponiéndose, entre otras películas, a 7 cajas e Infancia clandestina), un premio que puede resultar exagerado pero también comprensible si se piensa que el cine cubano de exportación ya ostenta su fresa y chocolate del siglo XXI.