Jobs

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Mucha Wikipedia, poco cine

Lo que menos merecía Steve Jobs era una biopic común y corriente como la de Joshua Michael Stern (el mismo de Un papá muy poderoso / Swing Vote). Al genio de la innovación tecnológica y del diseño había que hacerle una película a su medida y no un film como este -correcto y cuidado, obvio y previsible- de esos que se pueden ver de a decenas en una tarde de zapping en la TV por cable.

El título de la crítica alude a la concepción del guión que Matt Whiteley: una sumatoria de hechos, conflictos y personajes que se pueden leer en Wikipedia o en cualquier sitio que informe sobre los hitos de una personalidad como Jobs. Lo peor no sólo de la propuesta del autor sino también de la dirección de Stern y de la actuación de Kutcher es que no “sentimos” la grandeza del protagonista, la “épica” de su lucha contra los ejecutivos burócratas que llevaron a Apple al borde de la quiebra, ni mucho menos el espíritu de época que un film sobre esta “revolución” debería irradiar. La película no muestra, no comparte, no piensa a un hombre y su tiempo sino que dice, explica, recita, repite. Es más un informe periodístico que un ensayo con alguna mirada o teoría propia que permita discutir o pensar (al film y al personaje).

El film arranca de la peor manera (una poco atractiva escena en la que Jobs les presenta a sus empleados el iPod en 2001, y luego una serie de viñetas de la vida universitaria en 1974 donde el protagonista tiene una suerte de viaje místico, lisérgico y revelatorio, con epifanías y gurúes espirituales que le servirán de inspiración).

Por suerte, la cosa mejora bastante cuando el film regresa al mundo real con el jovencísimo Jobs y su grupo de patéticos colaboradores (no falta el gordito nerd) luchando en la Stanford de los años '80 por imponer (y vender) su idea de una computadora personal. Y así comienza la escalada hasta la cima, y las sucesivas caídas, y las posteriores recuperaciones. Y las confabulaciones empresarias. Y las traiciones. Y los regresos con gloria. Todo con música estridente y algún que otro golpe de efecto.

¿Es aburrida? No. ¿Está “mal” construida? Tampoco. Pero allí donde Red Social -película de inevitable comparación porque también reconstruía los inicios de otro “mesías” tecnológico como Mark Zuckerberg- tenía un gran guionista (Aaron Sorkin), un notable director (David Fincher), tensión, humor, contradicciones y miserias personales, aquí todo resulta mucho más obvio y explícito, más chato y -claro- menos fascinante. Seguramente no será la última película sobre Jobs (ya hay decenas de libros y documentales sobre su vida). Quiero creer que el cine puede (y debe) sumergirse con mayor hondura e inteligencia en los vericuetos íntimos de alguien que supo crear varios de los productos más extraordinarios de las últimas décadas.