Jauja

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Perdidos en un inmenso desierto

La película dirigida por Lisandro Alonso, uno de los directores más personales del cine, se presenta como un film hasta ahora único en especie y con pocas posibilidades de ser encasillado. Una forma de desafiar a la historia.

Como los relatos legendarios que invocan un pasado histórico, Jauja se inicia con un cartel que alude a un edén, pero de estas tierras y deseado por seres humanos. Las escenas siguientes describen al contexto, el de la Conquista del Desierto, fines del siglo XIX, junto a una geografía seca y ventosa, de extensos paisajes sin nada más que rocas, cactus y algún ocasional oasis. Los personajes, por su parte, se entrevén en medio de ese ambiente, estupendamente iluminado por Timo Salminen, DF recurrente en el cine del danés Aki Kaurismäki. Pero hay pistas y cercanías de esas criaturas en convivencia con el entorno: Gunnar Dinesen (Mortensen), militar de origen danés, su hija, un soldado criollo de ley y otros pocos militares perdidos en ese hábitat tosco y agreste. Figuras recortadas en un paisaje que dialogan sobre su lugar de pertenencia, el exterminio y odio de la guerra, la necesidad de que de una vez se termine la masacre. Pero el soldado raso y criollo huye con la hija del danés y desde allí el militar europeo comenzará un largo peregrinaje donde el misterio se anexa con una naturaleza protectora, pero que también puede llevarle a tener una serie de alucinaciones desde donde surgirán otros personajes y animales que alimentan la confusión y la búsqueda del personaje central.
Lisandro Alonso, uno de los directores más personales del cine argentino, extiende sus obsesiones de antaño llevándolas a una combinación de western, melodrama y tragedia sin perder un ápice de su poética minimalista, refractaria a cualquier subrayado que destiña su corta pero potente obra hasta hoy. Si en sus dos films iniciales –La libertad y Los muertos–, en la transición espacial de tono asfixiante que se recreaba en Fantasma, y en el viaje interior y exterior del personaje de Liverpool, los tiempos muertos conformaban la génesis y el desarrollo de cada historia, en Jauja, la búsqueda del padre por su hija remite a las raíces del neo-western revisionista de los '60 y '70, en especial, a los films de Monte Hellman.
Sin embargo, además de las influencias que se observan en Jauja, que hasta llegan a una relectura en sus minutos finales del Juan Moreira de Favio, al momento en que Gunnar se encuentra con una anciana (una especie de guía arropada con el saber del Diablo), la película de Lisandro Alonso tiene el destino de un film único en especie, complejo de encasillar en una estructura de relato determinado.
Como los grandes relatos épicos del cine argentino, el caso de Jauja tal vez sea el primero en desafiar a que la historia, siempre explicada desde el realismo, también puede ser pura ensoñación y tragedia familiar. Nada más y menos que eso.