Jackass para siempre

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Al comienzo de Jackass por siempre nos advierten que los participantes son profesionales y que no intentemos hacer en casa nada de lo que veamos a continuación. Lo que sigue es una sucesión de pruebas suicidas y misiones imposibles con una introducción en clave de acción catastrofista, cuyo detalle es que el dinosaurio que invade Manhattan es, en realidad, el pene de Chris Pontius.

Eso es Jackass por siempre: testículos en primer plano y mucho semen, tanto humano como animal. La película creada y dirigida por Jeff Tremaine (responsable de todas las Jackass, junto con el actor Johnny Knoxville) gira en torno al aparto reproductor masculino, que será el centro de gravedad permanente, el símbolo de la amistad entre varones, el emblema de la camaradería y el testimonio de la experiencia vital llevada al límite. Para los Jackass, vivir es arriesgarse a que te peguen una trompada en los huevos (como para decirlo en criollo).

Pasaron 12 años desde la tercera entrega de la saga de idiotas a prueba de balas (de goma), Jackass 3D (2010), nacida del programa de MTV en el año 2000, y sus protagonistas siguen estando en forma. En Jackass por siempre, la troupe de desquiciados capitaneada por Johnny Knoxville vuelve con sus participantes históricos, como Steve-O, Dave England y Jason ‘Wee Man’ Acuña, entre otros (el de Spike Jonze es el nombre que se destaca en la producción). El resultado vuelve a ser un triunfo de la comedia más salvaje, testosterónica y lúcida en su idiotez absurda.

Muchos se preguntarán por qué una locura como Jackass recibe la aprobación de la crítica especializada. Una de las causas quizás sea la vitalidad de sus protagonistas, siempre a las carcajadas y dispuestos a bancarse cualquier cosa, como la broma del amigo que te pega el golpe descuidista en la entrepierna o la del que te electrocuta con un taser. Bancarse el dolor, afrontar el riesgo, asumir el desafío. De eso se trata.

Si bien Jackass por siempre es un refrito de viejas pruebas, lo cierto es que aun así siguen siendo hilarantes. El humor físico más burdo y escatológico provoca la risa inevitablemente, como cuando atan desnudo al enano ‘Wee Man’ en un cementerio, le colocan carne cruda alrededor de sus genitales y sueltan un halcón para que coma.

O la entrada de un oso a una pieza minúscula después de atacar en una silla a Ehren McGhehey, rociado con miel. Los animales salvajes se mezclan con los participantes, aunque los verdaderos salvajes son los Jackass.

Al equipo original se le suman un par de integrantes nuevos y una mujer, Rachel Wolfson, a quien también someten a pruebas desopilantes, como hacerse un botox con la picazón de un escorpión. La mujer se suma a la locura sin desentonar con la propuesta de hacer una película que funcione como el juego inmaduro de adolescentes eternos (todos rondan los 50 años).

Johnny Knoxville participa en pocas pruebas. Pero las pruebas en las que participa son las más arriesgadas, como dejarse embestir por un toro (en el clásico número del actor) o que lo arrojen de un cañón como si fuera una bala (disfrazado de ángel). Ya es hora de que se reconozca a Knoxville como un genio de la comedia demente mundial y a Jackass como su máximo exponente.