Jackass: el abuelo sinvergüenza

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La guía de cine para pervertidos

Luego de la serie de MTV y las películas de Jackass, Johnny Knoxville salta a un film como “solista” en el que mantiene algo de la apuesta extrema en lo sexual y escatológico de aquellos trabajos previos (penes, golpes, flatulencias, excrementos, insultos, perversiones, misoginia, cámaras ocultas), pero también con varios cambios: una apuesta narrativa más convencional (hay una “historia”) y un cierto dejo de crowd-pleaser a-la-Un papá genial, de Adam Sandler.

Knoxville no es un padre sino “el abuelo sinvergüenza” del título. En efecto, el actor de 42 años interpreta a Irving Zisman, un viejo verde de 86 pirulos que sufre (en verdad, goza) la muerte de su esposa “gruñona” (Catherine Keener), con quien ha compartido casi cinco décadas de vida, pero con la que se llevaba bastante mal y ya no mantenía relaciones sexuales desde hacía mucho tiempo. Liberado, entonces, del yugo matrimonial, se apresta a disfrutar de la vida cuando aparece en escena su hija, una adicta al crack que debe volver a la cárcel y le deja a su nieto Billy (brillante Jackson Nicoll), un gordito de 8 años bueno para nada. El problema es que deben cruzar medio país (y Estados Unidos no es precisamente un territorio pequeño) para trasladar al pequeño desde Nebraska hasta Carolina del Norte, donde lo espera su no menos patético padre (Greg Harris).

Tras un fallido funeral (cargan el cadáver en el baúl del auto) e intentar (sin suerte, claro) enviar al chico por micro oculto en una encomienda, arranca la road-movie con el abuelo iniciando al nieto en vicios varios y en el universo femenino (el anciano se lanza con toda mujer que se le cruza). Desde un pene atorado en una máquina hasta las desventuras en un club de strippers masculinos, pasando por robar y comer en un supermercado, destrozar una boda o participar en un concurso de belleza para niñas (con el gordito disfrazado, por supuesto), El abuelo sinvergüenza ofrece todo tipo de escenas capaces de generar carcajadas o incomodidades que harán que el espectador se tape la cara. El humor negrísimo, el desparpajo absoluto, son las claves del humor del trío Knoxville, Jeff Tremaine y Spike Jonze, aunque aquí la cosa se vuelve sobre el final un poco más condescendiente y demagógico (si bien también hay cierta sensibilidad, debe admitirse). De todas maneras, para los iniciados en el universo de Jackass hay muchos momentos para el disfrute genuino y liberador.

PD: Quédense a los créditos finales: están plagados de outtakes, detrás de cámaras y gags que valen la pena. Además, muestran el trabajo (sobre todo de maquillaje y caracterización) para el personaje de Knoxville.