J. Edgar

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Un selecto grupo de directores norteamericanos (Woody Allen, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Steven Soderbergh, alguno más) mantiene una notable y exigente regularidad al venir dirigiendo en promedio una película por año. A ellos se suma Clint Eastwood, el más veterano de todos al menos en edad con sus casi 82 años, quien nuevamente se hace presente en la cartelera cinematográfica a inicios de año en Argentina (y generalmente fines del anterior en los Estados Unidos).

Poca duda cabe de que las fechas de los estrenos de sus películas en su país natal tienen bastante que ver con las nominaciones al Oscar, pero por primera vez en varios años “J. Edgar”, tal el nombre de su nueva produccion, no compite en ninguna categoría.
¿Será acaso un olvido de la Academia?. ¿O es que se trata de un film algo menor y/o de contenido no digerible para cierto sector de Hollywood?

Difícil dar una respuesta definitiva a tales preguntas, aunque es probable que en parte la omisión obedezca a que por una vez la excelencia que tanto caracteriza al director de títulos inolvidables como “Los imperdonables”, “Los puentes de Madison” o “Million Dollar Baby” estuvo ausente.

El personaje elegido, J. Edgar Hoover, tuvo una muy prolongada actuación al frente del FBI solapándose con nada menos que ocho presidentes de los Estados Unidos que van desde Calvin Coolidge en 1924 hasta Richard Nixon en 1972, año en que J. Edgar fallece a los 77 años. Fue una figura oscura y sin escrúpulos que no titubeaba en utilizar información que guardaba en los archivos del FBI y que podían comprometer a presidentes, políticos y familiares de los mismos a modo de extorsión y para conseguir más poder.

Con lujo de detalles se muestran los poco ortodoxos procedimientos que empleaba, logrando una acertada caracterización de tan perversa personalidad merced a una buena interpretación de Leonardo DiCaprio, que hubiese merecido sin duda figurar entre la lista de actores nominados al Oscar. Es notable el parecido físico que logran los responsables del maquillaje con el rostro de Hoover anciano y que hacen que DiCaprio esté casi irreconocible.

Por la historia desfilan numerosos personajes famosos tales como Charles Lindbergh y el célebre episodio del rapto de su hijo, al que la película dedica apreciable metraje. También aparecen logradas caracterizaciones de Robert Kennedy y de la pequeña Shirley Temple y numerosas menciones a la persecución de famosos delincuentes como John Dillinger y Alvin Karpis (Machine Gun Kelly), que fueron liquidados por Hoover.

La película es distribuida mundialmente por el estudio Warner, famoso porque en las décadas del ’30 y ’40 fue el mayor productor de films de gangsters. Aprovecharon al disponer de una importante filmoteca para intercalar imágenes de películas en su mayoría protagonizadas por James Cagney, notablemente “El enemigo público” y “La patrulla implacable” (“G-Men”).
Pero donde “J. Edgar” introduce innovaciones, frente a versiones anteriores de la vida de Hoover, es en el tratamiento de su vida privada y familiar. Por un lado se enfatiza el rol de una madre castradora (la siempre eficaz Judi Dench) y por el otro la ambigua relación que mantuvo con su mejor amigo y colaborador Clyde Tolson. Quien aquí lo encarna es el casi desconocido Arnie Hammer (“Red social”) y la clara insinuación de una relación gay es lo máximo que Eastwood y su guionista Dustin Lance Black (“Milk”) hacen, dado que no existirían pruebas fehacientes de dicho vínculo.

Del resto del reparto sólo se destaca Naomi Watts entre los conocidos. Su personificación de Helen Gandy, la eterna secretaría que lo sobrevivió, es una muy medida actuación y nuevamente los lauros se lo llevan los responsables del “make-up”.

Pese a los varios aciertos que se han venido señalando a lo largo de esta nota, queda la impresión de que el personaje no es suficientemente atractivo, al menos en nuestras latitudes, como para generar un interés similar al de otras producciones del gran Clint. Sus incondicionales, que son muchos, no saldrán defraudados pero el resto coincidirá en que por una vez la falta de nominaciones (salvo la omisión a DiCaprio antes señalada) resulta entendible.

Pubklicado en Leedor el 27-1-2012