Ismael

Crítica de Emiliano Fernández - A Sala Llena

Paternidad con delay.

Así como uno puede indignarse ante las groseras diferencias entre el trailer y la película concreta, como espectadores nunca debemos ignorar que luego del estreno aquel avance -tal crucial al momento de decidir el visionado de turno- queda relegado progresivamente al olvido, ocupando su lugar la alegría o sinsabores que despierta la obra final. Pensemos por ejemplo en el “corto publicitario” con el que se promocionaba en los cines Ismael (2013), el regreso a la pantalla grande de Marcelo Piñeyro tras cuatro años de silencio: cualquiera diría que estamos ante un producto cursi y lacrimógeno orientado al sector más cándido del público femenino. Por suerte la distancia entre la promesa y la realidad es bastante holgada.

En esencia hablamos de un melodrama familiar de cadencia naturalista y tono sosegado, con una estructura propia del Hollywood clásico y algunos detalles aislados de “tragedia a la italiana” (más homenajes implícitos que columnas vertebrales del relato en cuestión). El convite comienza cuando Ismael (Larsson do Amaral), un niño de 8 años, se escapa de su hogar en Madrid y toma un tren hacia Barcelona para conocer a su padre Félix (Mario Casas), encontrando en primera instancia a su abuela Nora (Belén Rueda). Sin ser del todo consciente de la situación que desencadenó, termina obligando a su madre Alika (Ella Kweku) y su pareja Luis (Juan Diego Botto) a viajar y enfrentar las “cuentas pendientes”.

Toda la historia se desarrolla a lo largo de un par de días, con un inicio vinculado a una suerte de paternidad con delay y una progresión posterior centrada en el reencuentro entre Félix y Alika, a lo que se suma los “intentos” amorosos de Jordi (Sergi López), amigo de Félix y dueño de una hostería, para con Nora. Puede resultar extraño viniendo de Piñeyro pero debemos aclarar que el señor en todo momento mantiene un ritmo ameno, entre despojado y sensible, que no cae en golpes bajos ni salidas verborrágicas patéticas. A pesar de que algunos diálogos de Ismael suenan un tanto forzados en boca de un niño, en un error lamentablemente muy común cuando se trabaja con pequeños, el elenco lo sabe disimular.

Como era de esperar, aquí se destaca en especial la labor de Sergi López y Belén Rueda, dos veteranos que aportan oficio al correcto guión de Verónica Fernández, Marcelo Figueras y el realizador. Ahora bien, casi todos los films de Piñeyro tuvieron un prólogo prometedor y poco más, cayendo rápidamente en los clichés más burdos del mainstream “versión argentina”; hablamos de Tango Feroz (1993), Caballos Salvajes (1995) y Plata Quemada (2000). Superando el desastre de Las Viudas de los Jueves (2009) y con reminiscencias a Kamchatka (2002), Ismael es su opus más intimista y coherente, muy por encima de propuestas “pasables” como Cenizas del Paraíso (1997) y El Método (2005)…