Invocando al demonio

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Un nuevo y amargo retorno de Satanás.

Se trata de una película más, registrada con cámaras livianas y sin novedad, sobre las actividades paranormales

Los ruegos, pedidos y deseos porque se tomen vacaciones (¡para siempre!), las películas "caseras" o de estilo found footage, por lo menos por ahora, parece que no son suficientes. El último exponente es Invocando al demonio o La posesión de Michael King, otro film-curro sobre actividades paranormales, cintas y videos encontrados en un depósito, visitas a curanderos y brujos, y el retorno –por vigésima vez– del demonio para implantar justicia.
Claro, ¿cómo Belcebú no va a regresar si en estas sub-películas se reclama su presencia a través de la tabla ouija, de algún medium alucinado o de alguien que está triste por su viudez y decide contactarse con el más allá? O con el más acá, porque da la impresión de que el demonio está esperando en la siguiente esquina. Semejante trance le ocurre a Michael King (Shane Johnson), que intenta comunicarse con su difunta esposa y por eso recurre a gente con poderes sobrenaturales.
En fin, Invocando al demonio es un pastiche (otro más) que agrupa títulos descartables del género de los últimos años, desde las actividades paranormales hasta los exorcismos caseros, pasando por rituales y exabruptos a Satanás registrados con cámaras livianas que no detienen sus movimientos para provocar impresión (¿miedo?) y sustos gratuitos (¿pánico?) en el espectador.
Como novedad, el inexperto cineasta (?) David Jung narra en primera persona los padecimientos del personaje central, ya que este exterioriza su tristeza a través de filmaciones y registros urgentes. Hasta la media hora inicial, Invocando al demonio es pura rutina pero se deja ver; de ahí hasta el final, el suspenso deja lugar al efectismo y aquel ombliguismo de Michael King trastoca en una acumulación de escenas gratuitas propiciadas por un montaje efímero y cortante. Perdón, por el trabajo final de los editores.
Dentro de esos códigos transcurre otro ejemplo de cine de género, elemental y de inmediato olvido que, sin embargo, sigue conformando a una buena cantidad de espectadores de aquí, de allá y de otras partes.