Invasión a la privacidad

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Hilary Swank protagoniza este film que respeta las reglas del género de terror clásico

Juliet Devereau necesita un departamento urgente. Se acaba de separar al descubrir que su pareja le fue infiel y se la ve deprimida mientras hace sus ejercicios matinales, camino a su trabajo y cuando le toca operar a un paciente a corazón abierto. Juliet es médica de emergencias y está acostumbrada a dormir donde y como puede, y por eso el departamento bellísimo pero ruidoso que encuentra a precio de oferta en Brooklyn le viene como anillo al dedo. Tampoco está mal que el dueño del edificio sea el lacónico, amable y muy buen mozo Max. Claro que nada en el lugar es lo que parece. Lo que le parece a la protagonista interpretada por Hilary Swank, porque el espectador sabrá desde el comienzo que en el edificio, con esas puertas de ascensores y esos ventanales que se cierran como guillotinas aparentemente por sí solas, algo muy raro sucede. Especialmente con Max y su abuelo August, papel en el que aparece Christopher Lee. La presencia del veterano actor no sólo funciona para agregar al clima ominoso del film que crea la dirección de fotografía de Guillermo Navarro -habitual colaborador de Guillermo del Toro-, sino que es también marca de fábrica, certificado de autenticidad. Es que esta producción dirigida por el finlandés Antti J. Jokinen es de la compañía Hammer Films, histórica usina de películas de terror de los años cincuenta que muchas veces protagonizó el mencionado Lee.

Con un estricto respeto por las reglas del género de horror más convencional, pero al mismo tiempo efectivo, Invasión a la privacidad no esconde su trama y por ende tampoco sorprende y, sin embargo, su planteo entretiene. En tiempos en que las películas de terror derivan en festivales del sadismo y la tortura, este acercamiento más sencillo a los costados oscuros del comportamiento humano casi resulta un alivio para los espectadores que gustan de los buenos sustos cinematográficos pero prefieren no salir del cine con el estómago revuelto.

Junto a la talentosa Swank aparece Jeffrey Dean Morgan ( Watchmen ), un actor que resuelve con soltura las escenas en las que su Max se muestra entre tímido y galante mientras esconde, como ese edificio, mucho más de lo que muestra.