Invasión

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Es inexplicable que se estrene Invasión: El fin de los tiempos, una película de ciencia ficción rusa que es la segunda parte de Attraction (Prityazhenie, 2017), película que nunca se estrenó en Argentina. De modo que los que vayan a verla tendrán que tener la precaución de ver (en casa) la primera parte. El dato deja en evidencia dos cosas: los que seleccionan los estrenos no son programadores, y ni siquiera se toman el trabajo de ver las películas. Se entiende que los cines que reabrieron necesitan funcionar como sea, pero no por eso tienen que estrenar cualquier bodrio pasatista con el fin de recaudar dinero.

Invasión: El fin de los tiempos es una película en la que abundan los efectos visuales, pero escasean las ideas. Los efectos especiales, el fuerte del filme, se parecen al de un videojuego anodino, cuya sofisticación carece de gracia. La película no llega a ser nada de lo que quiere ser. Quiere ser cine catástrofe, pero la única catástrofe es la película misma. Tampoco es una película de invasión, ya que la verdadera invasión es la que le hacen al bolsillo (y al tiempo) del espectador.

El director Fedor Bondarchuk quiere incorporarle una dosis de romanticismo y el resultado da más vergüenza ajena que una telenovela de la tarde. Quiere introducirle dramatismo y lo que hace es una antología de lugares comunes mal ejecutados. Si la comparamos con cualquier película de Roland Emmerich, también sale perdiendo, porque el director de Día de la independencia trabaja con una autoconciencia plagada de humor y un talento innegable para manejar el espectáculo de alto presupuesto, algo que Bondarchuk no logra hacer.

Tampoco sabe explotar la ridiculez apocalíptica porque pretende ser una película seria, grave, conmovedora. Los diálogos son clichés de malas películas de ciencia ficción, pero sin el humor que las caracteriza. Y si se insiste en el humor, es porque es lo único que podría haberla salvado, o al menos la sátira social o la crítica política. Y lo peor de todo es que es aburrida y larga (tiene 134 minutos). Pero no aburrida por su trama, sino por los momentos de acción. Es decir, aburrida en los momentos en los que tiene que ser entretenida.

Vayamos al argumento. Tres años después de los sucesos de la primera parte (en la que una nave alienígena cae en la Tierra), los extraterrestres vuelven a atacar, pero esta vez en busca de Julia Lebedeva (Irina Starshenbaum), quien en la anterior película se había enamorado de Hakon (Rinal Mukhametov), el único alien al que se ve salir del ovni.

Lo que se trata ahora es de destruir la nave antes de que esta destruya la Tierra con inundaciones (su fuente de energía es el agua). El padre de Julia y coronel del ejército (Oleg Menshikov) está a cargo, nuevamente, de salvar al mundo. Todos tendrán que enfrentar lo inevitable.

El problema, además de los ya mencionados, es que la película no provoca nada y nunca se llega a empatizar con los personajes. Tampoco se entiende lo que tienen que hacer ni lo que motiva a los supuestos extraterrestres. Y todo se entiende menos si se tiene en cuenta que es una continuación de la anterior, a la que el espectador, por supuesto, no tiene por qué haber visto.