Interestelar

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Viaje a las estrellas (y a la trascendencia)

Como suele ocurrir cuando uno sale de ver una película muy esperada, de alto impacto, dirigida por uno de los pocos creadores que, como Christopher Nolan, gozan de una llamativa libertad para hacer cine con enormes ambiciones y presupuestos dentro de la maquinaria de Hollywood, siempre con múltiples apuestas tanto desde lo formal como desde lo intelectual, hay una suerte de primera impresión vomitiva y catártica vía Twitter que considero valiosa en su visceralidad e inmediatez, pero -claro- inevitablemente incompleta y efímera.

Por eso, me propuse como ejercicio (a ver qué queda) completar a continuación cada uno de los cinco tweets principales (luego escribí varios más en diferentes interacciones con otros usuarios) con una suerte de ampliación que “justifique” esos conceptos vertidos en menos de 140 caracteres pocos minutos después de haber disfrutado y padecido (sí, todo junto y así de contradictoria) la experiencia de ver Interestelar.

Tweet Nº 1

En efecto, hay en Interestelar no pocas referencias a y similitudes con 2001, odisea del espacio, Encuentros cercanos del tercer tipo, Gravedad, El árbol de la vida y, sí, también con lo peor de Señales y El fin de los tiempos. Se podrían sumar a la lista El mago de Oz, Star Trek, Contacto, Frequency y varias más porque Nolan va por todo y… ¿contra todos?

Antes de ir al segundo tweet una breve presentación sin spoilers (cualquier referencia a los personajes de Matt Damon, Jessica Chastain y Cassey Affleck, por ejemplo, sería contar de más). El protagonista del film es Cooper (Matthew McConaughey), un ex piloto de la NASA devenido granjero y ya viudo que vive con Tom (Timothée Chalamet), su hijo de 15 años, Murph (Mackenzie Foy), su hija de 11, y su suegro (John Lithgow).

Con un planeta que marcha irremediablemente hacia el Apocalipsis (la plaga de la roya arrasa con las plantaciones y amenaza con una hambruna generalizada), Cooper retomará la carrera espacial con una misión secreta liderada por el profesor Brand (Michael Caine) que incluye la expedición por planetas que podrían albergar a la humanidad en el futuro (de este futuro), aprovechando un agujero negro que permite acceder a otras galaxias. Así, a los 45 minutos (sobre un total de casi tres horas), Cooper, la hija de Brand (Anne Hathaway), un par de astronautas más (Wes Bentley y David Gyasi) y un sarcástico robot llamado TARS (la voz de Bill Irwin y no pocas conexiones con el HAL 9000 de Clarke/Kubrick) se aventurarán hacia el espacio exterior en busca de un nuevo hogar. O, al menos, eso parece…

Tweet Nº 2

Viajes intergalácticos en los que una hora de expedición significan siete años de vida en la Tierra, seres súper inteligentes que han concebido las cinco dimensiones… Interestelar está llena de intrigantes, fascinantes, provocadores planteos narrados con un generosísimo despliegue de recursos (se invirtieron 165 millones de dólares) y no menos de diez intérpretes de primera línea (varios de ellos completamente desaprovechados), pero la película pasa de lo genial a lo ridículo, de lo profundo a lo banal, con una facilidad que la convierten en un proyecto bastante fallido, aunque también en un OVNI cinematográfico que se sale de las normas, de las fórmulas, de los cánones del cine industrial contemporáneo.

Tweet Nº 3

La música omnipresente, solemne e invasiva de Hans Zimmer y la tendencia a la frase “célebre” sobre el destino de la humanidad convierten a los hermanos Nolan en profetas antes que en cineastas. Es la búsqueda de esa trascendencia la que convierten a Interestelar en varios pasajes en un film intrascendente. Soy de los que creen que la inteligencia no se desprende de un concepto “genial” recitado por un personaje y de que en cine muchas veces menos es más (o que casi siempre mucho termina siendo demasiado). La sutileza y la austeridad no son sus fuertes…

Tweets Nº 4 y 5

Del drama familiar al apocalíptico, de la ciencia ficción pretenciosa a la de aventuras, Interestelar cambia todo el tiempo de rumbo, de tono, convirtiéndose en un film por momentos realista, pero luego derivando hacia lo onírico e incluso hasta psicodélico, con una dosis no menor de sentimentalismo y una fuerte veta new-age a la hora de hablar de la fe y el sacrificio.

En ese “vamos por todo” del que hablaba antes está la perdición y al mismo tiempo la principal virtud o audacia del film. Por momentos, el director de Memento, recuerdos de un crimen, Noches blancas (Insomnia), El gran truco, la trilogía de Batman y El origen es víctima de su propia ambición y en otros sí surge como un cineasta visionario capaz de concebir algunos momentos de esplendor visual y narrativo (con su habitual y notable uso del montaje paralelo), ya sea cuando trabaja un viaje por las estrellas o cuando apela a una biblioteca de libros como metáfora de los saberes acumulados durante siglos por el hombre. Es precisamente cuando se despoja de su discurso frío y pretencioso, cuando se calza el buzo de ese talentoso narrador que indudablemente es, que el film alcanza esos momentos de GRAN cine que salvan a su noveno largometraje de la ridiculez GRANDILOCUENTE.