Inevitable

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

El amor es un eterno destructor.

A mitad de los años ochenta, en medio de una ciudad de Buenos Aires que languidece, Fabián (Darío Grandinetti), un gerente de un banco con problemas financieros, sufre de una crisis de identidad y comienza a replantearse su vida cuando conoce en una galería de arte a Alicia (Antonella Costa), una escultora que realiza obras conceptuales en hierro. La crisis se potencia a partir de un encuentro fortuito en el banco de una plaza con un escritor ciego famoso (Federico Luppi), que sin duda alguna es la viva imagen de Jorge Luis Borges en sus últimos años. A la par, Mariela (Carolina Peleritti), la esposa de Fabián, atiende en su consultorio psicológico a Olga (Mabel Rivera), una mujer de edad madura, amargada e insatisfecha con su vida y con las decisiones que ha tomado en la misma, que cuestiona sus métodos psicoanalíticos.

En esta Argentina en la que los pequeños bancos sufrían pequeñas perdidas que parecían parte de sus transacciones cotidianas, sin imaginar que esto se convertiría en el comienzo del fin de sus negocios y en una nueva era de concentración bancaria en manos extranjeras, la vida de Fabián es transformada por su obsesión con la atractiva y desinhibida artista, el estancamiento de su matrimonio y la muerte de un colega, circunstancias que lo impulsan a tomar decisiones temerarias y a modificar su vínculo con el mundo que lo rodea.

El amor como destrucción es la premisa que Inevitable desarrolla como una parábola sobre el encanto de los encuentros fortuitos y la inevitabilidad de las consecuencias de los actos más ínfimos sobre nuestra vida y la de los demás. En un contexto de grandes cambios políticos y culturales, la personalidad y el carácter de los individuos son afectados y una profesión que otrora parecía una garantía de comodidad y ascenso social pasa a ser un áspero sendero hacia el desastre económico y personal.