Historias de miedo para contar en la oscuridad

Crítica de Horacio Bernades - Página 12

"Historias de miedo para contar en la oscuridad":  sustitos

Lo que salva la película es la historia de disfuncionalidad familiar (y comunal) escrita por Del Toro, más aterradora que cualquiera de sus monstruos digitales.

Siempre aparecen best sellers que uno no conocía, y que son poco menos que legendarios en el exterior, entendiendo por “exterior” los Estados Unidos. Es el caso de esta película de largo título, basada en el best seller homónimo de Alvin Schwartz, publicado originalmente a comienzos de los 80 (después de eso hubo dos secuelas, ediciones especiales y esas cosas). Uno se pregunta por qué habrán tardado tanto en adaptarla al cine, pero es una pregunta que queda sin respuesta. La peculiaridad de estas Historias… es que son cuentos de terror "para niños", lo cual le trajo tantas ventas como protestas de padres y asociaciones educativas, en el sentido de que no eran adecuados. A los chicos les importaron un pito las quejas y corrieron a comprarlas. Pero ahora sucede que la película recibió en todo el mundo calificaciones restrictivas. ¿Cómo harán para entrar al cine? ¿Les interesará hacerlo?

Para los mayorcitos de 13, Historias de miedo… no da mucho. Miedo. Con participación de Guillermo del Toro en la producción y dirección del noruego André Ovredal, el realizador de La forma del aguaescribió una suerte de “megahistoria”, que da cohesión a todos los episodios. La ficción transcurre en 1968 (¿por qué?), en el pequeño pueblito de Mill Valley, Pensilvania. En Halloween, una chica y sus dos amigos se vengan de una patoteada de unos que les llevan varios años, siendo perseguidos por éstos. Van a parar a una casa presuntamente embrujada, donde está la madre del borrego. La madre del borrego es una joven escritora, muerta tras haber sido encerrada por su familia en una habitación condenada. Esa chica, llamada Sarah, habría dejado un libro maldito, escrito con sangre de niños (detalle un poco fuerte para el posible público párvulo), que tanto tiempo después tal vez siga ejerciendo su poder.

Hay un bonito detalle que es que el libro “autoescribe” en sangre sus cuentos, todos ellos protagonizados por la víctima del caso. Una linda referencia, si se quiere, al hecho de que la literatura es siempre en tiempo presente. El tiempo del que lee.Cada uno de esos cuentos (cuatro, más uno que queda trunco) son puestos en escena, con el clásico espantapájaros, una picadura de araña con consecuencias excesivas (el episodio más flojo), una mujer gorda de rostro lunar (el más pavo) y un ser que se arma de a pedazos como monstruos del caso. Lo que salva la película es la historia de disfuncionalidad familiar (y comunal) escrita por Del Toro, finalmente más aterradora que cualquiera de aquellos mostrencos. Tan aterradora como el reclutamiento a Vietnam de uno de los protagonistas, cuyo origen mexicano da también toda la sensación de ser obra del realizador de El laberinto del fauno.