Historias de Cronopios y de Famas

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Un collage cortazariano

En coincidencia con las celebraciones por los 100 años del nacimiento de Julio Cortázar, se estrena esta auténtica y bienvenida rareza: una aproximación (relectura) desde el cine de animación a una de sus creaciones más surrealistas y corrosivas.

Dividido en cuatro partes y conformado por fragmentos, viñetas y cuentos cortos (algunos de apenas un par de párrafos), Historias de cronopios y de famas no parecía, en principio, un libro fácil de adaptar a la gran pantalla, pero Julio Ludueña (mítico director combativo de films como Alianza para el progreso) apostó por el inevitable recorte (tomó 10 de los 64 minirrelatos), por la diversidad estética (trabajó con un artista distinto por episodio) y por acentuar la mirada política (sobre todo en esa particular lucha de clases) que se desprende de la siempre irónica y sarcástica obra de Cortázar.

La película tiene un poco de todo: episodios con muchos diálogos (por momentos, demasiado pomposos y exagerados), con narración en off, con una fuerte veta musical o directamente prescinden de cualquier conversación (como es el caso de "Las líneas de la mano").

Más allá de la mayor o menor eficacia en ese trabajo en el guión y en el uso de las voces, lo que hace de Historias de cronopios y de famas un film valioso son sus múltiples y variadas búsquedas visuales. En efecto, Ludueña trabajó con diez artistas de la categoría de Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Crist, Luis Felipe Noé y Ana Tarsia, entre otros, para que, a partir de creaciones especialmente concebidas para el film o de obras previamente realizadas, hicieran su aporte a cada uno de los episodios y se sumaran, así, a esta suerte de collage colectivo, a este verdadero patchwork estilístico.

A partir de esas creaciones hechas a partir de técnicas y estéticas muy disímiles, Ludueña y el equipo liderado por Juan Pablo Bouza trabajaron con una animación artesanal (y recurriendo siempre a programas de software libre), pero no por eso falta de creatividad ni de sorpresa. Puede que, por momentos, el film resulte un poco arduo para aquellos no iniciados en el universo cortazariano, pero incluso en sus pasajes más farragosos las imágenes nunca pierden su fuerza, su belleza ni su poder evocador. Así, tras casi siete años de arduo trabajo, la película llega justo a tiempo para sumarse a los festejos de quien fue su gran inspirador.