Historias breves VI

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Una Rosa y muchas espinas

Se ven y se escuchan bien. Tienen una bella fotografía, una edición cuidada y un diseño de producción irreprochable. Son correctos y "profesionales", pero... ¿Es suficiente, a esta altura, del cine argentino conformarse con esos "logros"? Ya son 6 las ediciones de Historias Breves. Gracias a ellas, hemos podido descubrir a Lucrecia Martel y a Daniel Burman, a Adrián Caetano y a Sandra Gugliotta, a Santiago Loza y a Bruno Stagnaro, a Jorge Gaggero y a Ulises Rosell, a Hernán Belón y a Lautaro Núñez de Arco, entre muchos otros. A 15 años de la primera entrega -pilar fundamental del NCA-, es demasiado poco y en cierto sentido algo frustrante que todo resulte prolijo y académico.

Películas sin grandes riesgos, sin experimentación, sin "locura", sin audacia. Films temerosos, atildados, previsibles. Eso es lo que entrega -con un par de honrosas excepciones- esta sexta versión del concurso organizado con las mejores intenciones por el INCAA con el fin de promover a cortometrajistas y ponerlos en la consideración general.

Sería injusto para estos nueve directores la comparación con aquel "dream team" de 1995, pero siempre hay que esperar de una selección de cortos premiados con buen dinero algunos trabajos que provoquen, que inquieten, que generen debate, que se expongan (aunque sea al ridículo). Casi nada de eso ocurre este año.

La única gran película es, sin dudas, Rosa, debut en la dirección de la reconocida actriz Mónica Lairana que se sumerge con ductilidad, sensibilidad y convicción en las vivencias de una mujer madura y solitaria (Norma Argentina) en la intimidad de su hogar. La apuesta tenía todo para caer en la vulgaridad, en el grotesco o en el lugar común. Resulta, en cambio, una experiencia fascinante, que alcanza una química entre narradora y protagonista muy infrecuente en este tipo de trabajos primerizos.

El otro film destacable es Arbol, nuevo exponente de esa "escuela cordobesa" que tanto está dando que hablar en los últimos meses. Lucas Schiaroli prescinde por completo de los diálogos (se sostiene en la expresividad de sus imágenes, en la austeridad de su puesta minimalista y en el trabajo con el sonido) para describir los dilemas de un padre que debe mantener el fuego prendido para calentar y alimentar a su familia en medio de un invierno desolador y una geografía inhóspita.

Hay otros cortos que no desentonan (Cinco velitas, corto de Paula Romero Levit y Michelina Oviedo con Rita Cortese, Alejandra Darín, Catarina Spinetta y Nahuel Mutti sobre una madre que deja a su hijo en una fiesta de cumpleaños para ir a un casting y durante la animación la abuela del homenajeado se da cuenta de que el chico es un "intruso" que no pertenece a la misma sala del jardín; Coral, de Ignacio Chaneton; o Los teleféricos, de Federico Actis), un par apenas solventes (Alicia, de Tamara Viñes; El sueño sueco, de Gustavo Riet); y algunos que lucen forzados, exagerados, artificiosos y obvios (La araña, de Sihuen Vizcaíno; La última, de Cristian Cartier).

De todas maneras, aunque podía esperarse más del conjunto, sirve seguir estimulando a nuevos directores y técnicos para que trabajen en condiciones dignas de verdaderos profesionales y luego alcancen un estreno comercial. Es la mejor manera de iniciar una carrera en el siempre complejo, intrincado universo del cine nacional