Héctor en busca de la felicidad

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Manual de autoayuda.

El título -fiel al original- no promete. Es demasiado literal, demasiado directo. La película también, y explica hasta el punto de lo inverosímil cada situación, cada búsqueda de lágrimas y cada chiste. ¿Quién es Héctor? Un psiquiatra exitoso que vive en Londres, en un buen departamento, con una novia linda, ordenada y exitosa. A Héctor se le cruza definir la felicidad y así es que sale de viaje, porque había que poner en marcha el relato de alguna manera. Va a Asia, va a África, va al oeste de Estados Unidos. En África y en Estados Unidos tiene gente a la que quiere encontrar. La película no ahorra obviedad alguna: ¿el dinero hace la felicidad? ¿y la pobreza? ¿es bueno ser bueno? ¿hay que madurar emocionalmente? Todo se responde ilustrado con música blanda, momentos torpemente ilustrativos e imágenes demasiado bonitas de ciudades, cielos, banderines de colores. Hay sabiduría de póster en abundancia y actores que han conocido mejores películas (Simon Pegg tiene grandes comedias en su currículum y Rosamund Pike debería borrar del suyo esta sobreactuación de acento británico disparatado). Toni Collette tiene suerte; le toca el personaje menos atolondrado, el más seguro de sus emociones, el que no debe cambiar. Con esa ventaja -a la película le cuesta contar cualquier cambio, cualquier movimiento- más su energía y carisma habituales, se convierte en lo mejor de este manual de autoayuda impreso con letras bien grandes.