Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1

Crítica de Santiago García - Leer Cine

HARRY POTTER 6 Y 1/2

La primera mitad de la séptima película de la saga de Harry Potter es el ejemplo definitivo de lo alejado que está este fenómeno de cualquier criterio cinematográfico. Indiscutible para admiradores e insufrible para nuevos espectadores, la única buena noticia es que estamos a solo media película de terminar la saga.

Si comenzáramos a analizar el fenómeno Harry Potter de forma exhaustiva, estaríamos confirmando la peor sospecha: el cine no importa, importa todo lo que está alrededor, el cine no es nada más que una ceremonia de cierre, no un fin en sí mismo. No hay nada de malo en crear espacios de comunión entre las personas ni que las películas sean algo importante, al contrario. Leer es una experiencia individual, ir al cine es una experiencia colectiva. El hecho de ser un seguidor fiel de la saga no es lo que aquí se pondrá en duda. El problema -la pena- es que las películas han renunciado a tener identidad propia –algo que no era imprescindible, El Padrino es un ejemplo de ello- y a respetar en exceso los libros que le dieron origen. Las películas de Harry Potter no tienen sentido sin sus libros, sus expresiones cinematográficas resultan pobrísimas en comparación con su gigantesca taquilla, su volumen de producción y los elencos prestigiosos que acompañan al trío protagónico.

Harry Potter y las reliquias de la muerte, primera parte, es la mitad de la séptima entrega de la exitosa serie de películas basadas en los -no menos exitosos- libros escritos por la autora británica J. W Rowling. El primer Harry Potter se publicó –tímidamente- en 1997, en Inglaterra, y se convirtió en seguida en un fenómeno editorial mundial. Los films comenzaron en el 2001, con Harry Potter y la piedra filosofal –adaptación del libro homónimo- y llegaron a ser tan populares como los libros en los que se basaron. El último libro de la serie de Rowling llega ahora a la pantalla grande, pero dividido en dos partes. Y si bien las películas son dos, la primera no está completa sin la segunda. Así que, al pagar la entrada, el espectador deberá estar advertido de que hasta que no vea Las reliquias de la muerte, parte 2 no habrá visto la película entera. Lo que sí podrá ver es la promesa del final. La serie y la franquicia terminan y la división en dos partes no hace más que generar la sensación de que decidieron duplicar las ganancias. Desde el comienzo de la película, un primerísimo primer plano del Ministro de magia anuncia una lucha que será la definitiva. Allá irán, en épocas oscuras, sin lugar donde esconderse, Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weansley tras la pista de aquello que podrá darles la victoria definitiva sobre sus enemigos mortales.

Sin duda, la saga ha conseguido un público fiel que conoce de memoria cada una de las situaciones que los films plantean. Pero para ser justos, los films en sí mismos no han logrado brillar como obras cinematográficas independientes capaces de tratar temas o desarrollar estéticas originales o complejas. Para quien no haya visto nunca un film del joven mago, este no es el momento para subirse al tren, y quienes hayan visto alguno o todos y no les hayan gustado demasiado, se puede decir que este tampoco será su film. Hasta la elección del director parece responder a la necesidad de que los films no opaquen o compitan con los libros. Algo que sin duda terminarán pagando los espectadores de cine. Harry Potter y las reliquias de la muerte adolece del peor de los defectos de un film: aburre. Y si bien el aburrimiento es una categoría muy subjetiva, lo cierto es que el relato –incompleto, recordemos- avanza sin demasiado brío, con pocos momentos climáticos y con una falta de criterio visual que no le permite, como ya quedó claro, cautivar a quienes vayan a ver un solo film y deseen entenderlo o interpretarlo como tal. Por el contrario, los seguidores de la serie ya han llegado lo suficientemente lejos como para detenerse ahora y ellos, tal vez, lograrán emocionarse con algunos pasajes del film. El elogio excesivo a la oscuridad del film es un nuevo lugar común de la crítica internacional. Un nuevo método para valorar películas: la oscuridad es directamente proporcional a los méritos artísticos del film. La casi total ausencia de humor en el relato no mejora la seriedad del film, sino que le agrega un molesto tono solemne. Sí, son tiempos oscuros, pero acaso ¿eso nos obliga a tener que ser tan solemnes? Esa solemnidad es la manera a través de la cual, posiblemente, los realizadores del film intentaron cubrir la irrelevancia de todo lo que aquí ocurre. Harry Potter y las reliquias de la muerte: Parte no es una creación, no hay arte aquí. La película es la sombra de un libro, es la felicidad de sus seguidores, pero el cine faltó a la cita. Ni siquiera fue invitado.