Hansel & Gretel

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

La casa de los niños felices

Durante la última década ha surgido del cine surcoreano un puñado de realizadores que con el correr de los proyectos se fueron estableciendo como fuerzas creativas con una voz propia mucho más que interesante. En términos concretos cabe decir que directores como Park Chan-wook, Bong Joon-ho y Kim Ji-woon han aportado un espíritu de renovación como ya prácticamente no existe en el panorama internacional, estancado en una medianía que nos deja presos de los grandes apellidos y en buena parte anula las sorpresas o excepciones. De hecho, para ratificar esta aseveración hoy llega desde esas geografías la atrapante Hansel & Gretel (2007), película que participó en la edición 2009 del BAFICI.

Como su título lo indica, estamos ante una reformulación del cuento de hadas germano registrado en el siglo XIX por los hermanos Jakob y Wilhelm Grimm. En este caso la premisa que desencadena la historia arranca más bien en el final del susodicho, esquivando con inteligencia la simple traslación del clásico: con la horrible señora en el horno, los chicos deciden no volver con sus padres y literalmente quedarse en la morada de la bruja acumulando suspicacia para con el mundo de los adultos. El segundo largometraje de Yim Pil-sung se centra en tres nenes que dominan al dedillo la fábula original debido a que sus experiencias en esta vida han sido bastante similares, por lo menos tristes y desafortunadas.

El guión de Yim y Kim Min-sook comienza con el accidente automovilístico de Eun-soo (Cheon Jeong-myeong) en una carretera desierta que bordea un bosque. Con una novia embarazada de cuatro semanas y una madre enferma, el hombre apenas si logra salir del vehículo para pronto desvanecerse en un paraje rodeado de arboles. Al despertar descubre que anocheció y una nena llamada Young-hee (Shim Eun-kyung) se ofrece a llevarlo hasta su hogar con la ayuda de un farol. Allí se encuentra con un cartel de bienvenida a “la casa de los niños felices” y conoce a los dos hermanos de la pequeña, el mayor Man-bok (Eun Won-jae) y la menor Jung-soon (Jin Ji-hee), junto a dos adultos que afirman ser sus padres.

Todo se complica cuando a la mañana siguiente intenta en vano hallar el camino de regreso hacia la ruta, así una y otra vez cual Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993) termina donde comenzó el recorrido. La situación empeora al segundo día: luego de una discusión nocturna a espaldas de los jóvenes, el matrimonio desaparece dejándole a Eun-soo una nota en la que le solicita que “cuide” a sus hijos… En la línea de las recientes El Orfanato (2007) y El Laberinto del Fauno (2006), esta lúgubre fantasía sobre el maltrato infantil juega constantemente a dos puntas entre el egoísmo inclaudicable de los niños y los impulsos destructivos de los mayores, esos que brotan de las más terribles compulsiones.

Amparado en el excelente diseño de producción de Ryu Seong-hie, Yim trabaja con paciencia y en forma cíclica la relación entre los hermanos y el huésped/ prisionero por un lado y la de éste último con su entorno/ cárcel por el otro. Como los protagonistas poseen “capacidades” diferentes, las cuales incluyen la telepatía, el animismo específico y la psicoquinesis; cada uno interpreta a su modo la faena de Eun-soo en pos de abandonar ese paraíso privado que los chicos han construido ajenos a la sociedad. La satisfacción de todos los involucrados peligrará a partir de la aparición de un villano fanático religioso símil La Noche del Cazador (The Night of the Hunter, 1955): la moraleja final golpea a puro rigor…