Guerrero de norte y sur

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Facundo Arteaga baila malambo. A pesar de que tiene otras actividades, una familia, un trabajo, para él bailar el malambo es mucho más que un hobby. Su objetivo mayor es el Festival Nacional de Laborde. Pero hay una regla entre los que bailan allí: quien gana la competencia no puede volver a competir en otra competencia de malambo por el resto de su vida. El campeón se retira campeón. Ese es un código de honor.
Guerrero de norte y sur es un documental que sigue a Facundo por su vida, su historia, su preparación para la competencia y el relato de como estuvo, en el pasado, muy cerca de ganar. Pero todavía no ha ganado y, luego de no competir varios años, vuelve para finalmente obtener –o no- el deseado triunfo.
La cámara consigue captar con inusual autenticidad el proceso del bailarín hacia la gran competencia. Los vemos con su familia, corriendo (entrenando) por el campo, preparando cada detalle de su baile, preparando al milímetro su actuación. Un mundo poco conocido se asoma frente a los ojos de los espectadores no interiorizados con estas competencias.
Nos identificamos con Facundo y deseamos su victoria, aun cuando sabemos lo que implica. La película va ganando en suspenso y nos preocupamos, como él, por los resultados. No anticiparemos que es lo que ocurre, porque aun siendo un documental, el remate le da gran parte del sentido a la película. Realmente vale la pena acompañar a Arteaga hasta la última escena.