Guardianes de Oz

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

Pastiche a la mexicana

Don gato y su pandilla (2011), la adaptación que la empresa Anima realizó del clásico dibujo animado de Hanna-Barbera, luego de su fenómeno de los Huevos Cartoon, fue un éxito insospechado que posibilitó la consolidación de México como país productor y exportador de películas animadas hacia toda América.

Curiosamente su director, Alberto Mar es el responsable en esta oportunidad de crear, a partir del clásico de L. Frank Baum, Guardianes de Oz (2015), una historia en la que se imagina un universo en el que no sólo se apelará a la magia y la fantasía como propulsores de conflictos, sino que además habrá un viaje iniciático y transformador por parte de su protagonista excluyente, con el que se logrará terminar con la dictadura de una bruja mala.

Esta tarea se cumplirá a partir de la intervención del protagonista, un pequeño mono volador llamado Ozzy, que debido a su tamaño y deseos, no puede cumplir la faena con la que debe lidiar: la de proteger Oz de las constantes amenazas sufridas junto a un ejército liderado por su padre, el poderoso y recto Goliat.

Y mientras sufre por el dolor causado desde la discriminación, y sabe que en el fondo la bruja Eveline, que dirige de manera autoritaria a todos, no es alguien a quien desea seguir respondiendo, se rebelará, encontrando en el camino hacia la liberación de su pueblo a Gabby, una pequeña, como él, aprendiz de bruja, que también sospecha del misterioso accionar de todos ante Eveline.

Pero cómo es que Ozzy puede liberar a Oz, pues superando obstáculos hasta llegar a los “Guardianes de Oz” del título, que no son otros que los tres amigos de la Dorothy original de Baum, el león, el espantapájaros y el hombre de hojalata, quienes se encuentran perdidos en sus mundos y con sus propios problemas y a los que se los presenta potenciando cada una de las características de la clásica historia.

Así, Ozzy navegará y caminará por lugares inimaginables para poder cumplir con su misión y volver con su padre para demostrarle que a pesar de su poco tamaño y fuerza, el también puede ser líder y triunfador en la vida.

El guion de Jorge G. Gutiérrez, Doug Langdale y Evan Gore intenta generar empatía con el personaje central, pero a medida que se va avanzando en la narración, de manera tosca, con una animación rudimentaria, y elementos visuales de muchas otras películas infantiles, el acercamiento se diluye, terminando en una propuesta alejada ya no sólo del clásico relato, sino, también, de la frescura y originalidad con la que Mar revisitó anteriormente a Don Gato.

Relato con mucho olor a otro tiempo, ni siquiera los más pequeños podrán acercarse a un film, que si bien intenta desde el original pensar otra historia, la misma no cumple con los mínimos requisitos de una narración fluida e interesante.