Good Time: Viviendo al límite

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Good Time: viviendo al límite, film vertiginoso e inmersivo

La película más tensa, más vertiginosa, más deslumbrante de los hermanos Safdie (los mismos de Daddy Longlegs y Heaven Knows What; The Pleasure of Being Robbed es sólo de Joshua) marca también su consagración definitiva en el cine estadounidense. Ahora apadrinados por Scorsese y con el protagónico de Robert Pattinson, los Safdie demuestran que los posibles desajustes de su cine previo no se debían a balbuceos estilísticos, sino, tal vez, a simple escasez de medios.

En Good Time, historia de dos hermanos en la senda del crimen -un camino nada brillante, aunque no jugado del lado cómico-, nos metemos en el robo a un banco, en una persecución, en la posibilidad de esconderse, en un intento de rescate y en un encadenamiento de fallas tragicómicas. Y el uso de "nos metemos en" no es casual: en el cine de los Safdie estamos cerca de los personajes, casi con ellos, ubicados en planos medios cortos o primeros planos, aunque siempre con aire a los costados. El uso de la pantalla ancha -2,35:1- les permite a los directores nunca abandonar el contexto: sus criaturas viven en una Nueva York alejada del glamour terrenal; siempre cerca de caer, están cargados de una desesperación vital y moral como la del cine de los setenta; si hasta la música de Daniel Lopatin -alias Oneohtrix Point Never- por momentos recuerda la compuesta por John Carpenter para su inolvidable Asalto al precinto 13.