Godzilla

Crítica de Santiago García - Leer Cine

El monstruo sigue vivo

Hace sesenta años se estrenaba en Japón el film Gojira, dirigida por Ishiro Honda. Para el mundo, el nombre de ese monstruo que le daba título al film sería Godzilla. En aquellos años Japón vivía el máximo momento de esplendor cinematográfico de su historia y a la vez, mantenía fresca la memoria de Hiroshima. Al mismo tiempo que Ishiro Honda filmaba este clásico de todos los tiempos, los maestros del cine japonés como Ozu, Naruse, Mizoguchi y Kurosawa alcanzan su esplendor como realizadores. Es divertido ver a Takashi Shimura, actor fetiche de Kurosawa, protagonista de Vivir y Los siete samuráis participando de este film. Pero el año 1954 pertenece a una época en la que las grandes potencias mundiales hacían pruebas nucleares. El film de Honda perteneciente a la ciencia ficción logró captar los temores de un país que eran parecidos a los temores de todo el mundo. Japón sabía del peligro de la era Atómica y el film Godzilla fue un entretenimiento que escondía un mensaje. Muchas, pero muchas secuelas tuvo este film y el personaje protagonizó docenas de films, historietas, dibujos animados y demás. Pero Hollywood nunca había podido darle la forma adecuada que combinara los elementos originales con todo lo que la industria norteamericana podía aportar. Pero el 2014 quedará en la historia del cine como el año en el cual eso cambió. Godzilla dirigida por Gareth Edwards logra lo que muchos ya no creían posible: una extraordinaria película americana de alto presupuesto e imágenes impactantes que respeta profundamente al personaje creado en Japón. ¡Enorme desafío si los hay! Ya no las bombas, pero si las centrales atómicas son en Japón algo inquietante. Esta nueva película cuenta la historia de varios personajes, en particular la de Ford Brody, un joven militar cuya familia se vio directamente afectada por una tragedia en Japón quince años atrás de las acciones principales del relato. Los personajes humanos nunca consiguen conmovernos profundamente, pero esto parece ser intencional. Con astucia el guión logra que el verdadero protagonista sea Godzilla. Poco a poco el monstruo se hace desear y cuando aparece en la pantalla no es de la forma que uno imagina. Resigna durante gran parte del relato su presencia pero luego se convierte en el gran personaje, protagonista absoluto del film. Con una maestría sin precedentes, el film logra que el monstruo sea moderno, creíble, impresionante desde todo punto de vista y a la vez se parezca al del film de 1954. Tanto respeto por el origen delata una gran comprensión acerca de la importancia y el impacto de aquel film. El mensaje de Godzilla es muy sencillo: los humanos no son los dueños del planeta. En 1954 o en el 2014, esto sigue siendo una verdad aplastante, como los pies del héroe de esta nueva y extraordinaria película.