Godzilla

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Monstruos del pasado.

Desde antaño las leyendas sobre los monstruos marinos han atormentado a la humanidad. En el imaginario social de los navegantes siempre estuvo presente el peligro de los engendros marinos que habitan en el fondo de un océano que aún hoy permanece inexplorado.

Esta obsesión desproporcionada llegó al cine de la mano de Ishiro Honda en 1954 con el film de ciencia ficción Gojira, el dinosaurio que aplastó Tokio como una alegoría legendaria de las amenazas del pasado y del presente que se ciernen sobre la humanidad. Así nació el mito japonés de Godzilla, el primer monstruo de la cultura pop del sol naciente.

Con una gravedad extrema en el tratamiento del guión para contrastar con los toques de comedia de la versión anterior de Roland Emmerich de 1998, pero con un respeto por la atmósfera épica, Gareth Edwards dirigió esta nueva encarnación de Godzilla, en la que el género humano se enfrenta a una amenaza que pone en peligro la supremacía del hombre sobre la Tierra.

Un equipo científico que busca a un animal mitológico en las paradisiacas costas del pacífico encuentra una especie de incubación que causa unos sismos anormales en una provincia japonesa. Joe Brody (Bryan Cranston), un ingeniero nuclear obnubilado por su trabajo y responsable de la planta nuclear, descubre que estas lecturas sísmicas tienen un patrón, y por lo tanto, no pueden ser de origen natural.