Godzilla vs. Kong

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Elogiar los efectos visuales de una película por encima de cualquier otro elemento de su realización puede sonar a una crítica negativa del conjunto o a un lugar como a la hora de hablar de films espectaculares, pero en el caso de Godzilla vs. Kong no hay manera de no destacar ese aspecto. Los efectos visuales son extraordinarios, de lo mejor que se ha visto en la historia del cine.

Desde 1954 hasta hoy, Godzilla se ha convertido en el genuino Rey de los monstruos. Con treinta y seis películas, se trata de la franquicia más duradera de la historia del cine. Desde la obra maestra original hasta hoy, el personaje ha pasado por toda clase de tonos, estilos y resultados. Ya en 1962 se enfrentó a King Kong en una película de las muchas que lo tuvo como protagonista. Kong no se quedó atrás, nació de una obra maestra en 1933 y tuvo sus buenos y malos momentos. Volver a juntarlos en el siglo XXI es una excelente idea.

Uno de los grandes errores de las secuelas, las remakes y demás explotaciones de franquicias es el traicionar al original sin respetar los personajes que le iniciaron todo. Hacer un Godzilla que no tenga nada que ver con Godzilla, un King Kong que no tenga nada de King Kong. Por suerte esto se evita acá y las asombrosas y apabullantes batallas entre ellos se ven perfectas y a la vez parecidas a los films originales de Godzilla. El espíritu es el mismo.

Hay más que ellos dos y eso también es impactante. No son solo los efectos visuales, es toda la idea de estos. También Kong es leal a su mundo de afecto por los humanos, pero sin romance esta vez. Y sabe como colgarse de los edificios, tal cual la tradición del personaje. Queda un paso atrás el resto. Los humanos no tienen ningún valor, no producen nada, una nena con cara triste y tendencia al llanto no emociona en lo más mínimo y un trío de rebeldes es insólitamente inverosímil en toda su subtrama. Hay un villano humano, porque no podemos depositar en la naturaleza la maldad y su hija está completamente fuera de registro y justificación. Pero la película se impone a fuerza de peleas, efectos y espectacularidad. Es posible que en el camino mueran cientos de miles de personas, pero en eso la película también es fiel a su estirpe, las multitudes huyen como en el film de 1954 y como en aquel título, no tienen demasiada suerte.