Ghost Rider: Espíritu de venganza

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

El regreso del infierno tan temido

La segunda parte de este héroe de historieta no consigue despegar y aburre.

Marvel Comics le ha dado al cine una inmensa y cada vez más fuerte presencia de grandes personajes. Desde El hombre araña a Hulk, pasando por Iron Man, Thor y El capitán América, diferentes personajes, con diferentes orígenes, han nutrido a la pantalla grande de héroes seguidos por millones y sin señales de agotamiento por ahora. Los vengadores suma de varios de esos héroes, promete ser el punto más alto de la taquilla Marvel.
Ghost Rider: Espíritu de venganza es, claro, uno de los personajes más oscuros y complejos de toda esta fauna. Este motociclista justiciero que ha vendido su alma al diablo tiene como máximo interés su calavera en llamas y su figura infernal atravesando rutas y terminando con toda la maldad que se cruza en su camino. No está mal que sea Nicholas Cage quien lleve adelante ese papel, ya que da muy bien el rol de antihéroe perturbado.
En esta, una secuela del primer film protagonizado por el personaje, las cosas no van más allá de lo narrado. El film, bastante claro a la hora de explicar el origen del personaje para no dejar afuera a espectadores nuevos, no consigue nunca despegar. Ni los flashbacks de animación, ni la imagen impactante del protagonista alcanzan para permitir que el escaso metraje se vuelva entretenido o interesante.
El film naufraga a los pocos minutos y las escenas, aunque con sus intentos de llamar la atención, se van volviendo cada vez más aburridas. Pobre es el destino de un film que busca impactar y divertir e incluso hacer reír y consigue tan solo indiferencia. Todo suena berreta sin ser artesanal y todo parece amateur sin que esto implique riesgo o independencia.
Nicholas Cage, que viene de capa caída en cuanto a la calidad de sus films, demuestra aquí que no siempre ser taquillero asegura un producto digno. Veremos si el público sigue respondiendo, aun cuando ya pasaron muchos años desde Contracara y sus otros films de género más conocidos, así como también de su Oscar por el drama Adiós a Las Vegas.
Para los nostálgicos está aquí presente Christopher Lambert, el inolvidable protagonista de Highlander, el último inmortal. Y es bueno recordar aquel film, de corte fantástico, de presupuesto limitado y sin embargo siempre divertido, con humor y hasta emoción. Tres cosas que le faltan a Ghost Rider: Espíritu de venganza, que ya se perfila como uno de los films de entretenimiento menos entretenidos del año.