Flame y Citrón

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

La resistencia danesa

La obra de Ole Christian Madsen trata sobre dos asesinos en la Dinamarca ocupada por nazis.

Con miembros de la resistencia danesa viviendo al filo de la navaja a fines de la Segunda Guerra Mundial, Flame & Citron es un combo de acción, thriller, romance, guerra, traición y grandes actuaciones, debido al talentoso Ole Christian Madsen.

Los protagonistas que dan título al filme son, básicamente, dos hombres desencantados que combaten, antes que a los invasores nazis, a los colaboracionistas de su propia patria. Comenzando en mayo de 1944, ajustician militares y/o periodistas que ayudan al régimen alemán aunque cuando los maten las víctimas por lo general no estén armados. Quedan pocos rebeldes: la mayoría de sus colegas han sido descubiertos (o sea, delatados) y torturados, fusilados o exiliados. Y sí, a veces se les va la mano –sobre todo a Flame-, pero como es por la patria, y alguien dice “no es que sea justo o injusto: es la guerra”… Si por momentos el espectador siente que está ante un relato más o menos convencional -¿cuántas películas ha visto sobre el mismo tema, sean los rebeldes franceses o de cualquier otra nacionalidad?-, el hecho de que Flame se relacione con mujeres que están muy inmiscuidas en la traición, y que Citron no pueda convivir con su mujer y su hijita comienza a darle otros tintes al relato.

Que se sigue con atención, porque el peligro es inminente en cada secuencia que comienza. A veces, el director muestra a los protagonistas a punto de asesinar a alguien sin previo aviso. Otras, demuestra sus ¿flaquezas? El problema con Flame es que escucha demasiado a sus víctimas, y a veces, decide no ajusticiarlas. Es allí cuando Flame se sincerará, y dirá que “olvidé que no matamos a personas, sino a nazis”.

Pero no todo queda en la lucha fratricida. El guión, basado en hechos reales, apunta que Flame quiere eliminar a Karl Heinz Hoffmann, jefe de la Gestapo en Dinamarca, cuando en realidad su grupo recibe órdenes de los ingleses y en sus actividades clandestinas tienen vedado aniquilar oficiales de alto rango nazis. Y por allí las cosas se irán complicando para el dúo.

Antes de que los eleve a un pedestal, el realizador danés testimoniará las contradicciones de sus héroes, que pelearán como Butch Cassidy y Billy the Kid en Bolivia. Cuestión de lealtad, que le dicen, ambos viven épocas difíciles en que no se puede confiar en nadie, ni en aquéllos que le tienden una mano… o les tienden una trampa.

Todo un descubrimiento, Thure Linhardt es Flame (Llama, por sus cabellos pelirrojos) y Citron es Mads Mikkelsen, el actor más popular de Dinamarca, el malvado de Casino Royale . Ambos son capaces de mostrar la hidalguía de sus personajes, pero también sus bemoles. También cumplen con sus actuaciones el alemán Christian Berkel (el jefe de la Gestapo), que luego de rodar esta película sería visto en Operación Valquiria y Bastardos sin gloria ; Jasper Christensen, como el padre de Flame, y Stine Stengade como una enigmática mujer.

Pero lo que da más valor al filme es que muchos de los valores aquí mostrados, en situaciones límites, siguen teniendo el mismo peso moral de siempre en el mundo contemporáneo.

Y eso vale doble.