Final de partida

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Canción para tu muerte

Esta película que ganó el año pasado Oscar al mejor film extranjero me resultó muy desconcertante. Disfruté varios pasajes y diversos aspectos de la propuesta, pero a los pocos minutos me encontraba odiando otros. Por momentos, me parecía una tragicomedia bien construída y mejor llevada e instantes más tarde sentía que estaba ante algo profundamente previsible y banal.

Lo bueno es que -pasado un tiempo desde que la ví y me senté a escribir este texto- el recuerdo mejora y, entonces, los logros se van amplificando y las carencias empiezan a minimizarse. Creo que, aunque no es el tipo de cine que más me atrae (estamos ante un crowd-pleaser con cierto pintoresquismo, no pocos clisés y una vuelta de tuerca espiritual con un "mensaje" conciliador), Final de partida funciona.

Me interesa más el cine de Kore-eda Hirokazu (After Life, la vida después de la muerte) que, digamos, por poner un ejemplo muy burdo, Muerte en un funeral y, quizás por eso, algunos momentos de Final de partida me hicieron cierto ruido en su patetismo, pero también es cierto que el director Yôjirô Takita se arriesga a trabajar el tema de la muerte combinando elementos "solemnes" de la tradición nipona con otros bastante más mundanos y "cómicos".

El film tiene como antihéroe a Daigo Kobayashi, un joven violoncelista muy introvertido (reprimido) cuya orquesta (privada) acaba de ser disuelta en Tokio. Obligado a buscar un nuevo trabajo, termina casi sin proponérselo como empleado en una suerte de funeraria de pueblo en la que el patrón practica el viejo arte del Nokanshi, encargándose de preparar los cuerpos de los fallecidos antes del entierro para su partida a la nueva vida. Cuando su mujer se entera de semejante empleo y él se niega a dejarlo, lo abandona. Contaremos sólo hasta aquí.

Sí, puede que Final de partida tenga algún que otro exceso sentimental (en especial cuando aborda las consecuencias de una tortuosa relación padre-hijo) y cierto look for-export (con un torpe uso de la música clásica) que tanto gusta a los votantes de la Academia de Hollywood, nos somete a ciertas imágenes simbólicas y alegóricas demasiado subrayadas sobre la creación artística vs. la muerte, pero el film fluye, genera interés por la suerte de sus personajes, tiene unos cuantos toques bien negros y retrata como pocas ciertos comportamientos, tradiciones y contradicciones de la sociedad japonesa.

Creo que Final de partida es de esas películas que pueden gustar o disgustar de acuerdo con las distintas sensibilidades del espectador. Es capaz de emocionar a algunos o de irritar a otros. Yo, que por momentos estuve más cerca de los segundos, le tuve una paciencia "oriental" y finalmente terminó conquistándome. A pesar de todo.