Favio: Crónica de un Director

Crítica de Gustavo Castagna - Subjetiva

SOBRE EL MEJOR DE TODOS

Ya desde los primeros minutos de Favio: crónica de un director resplandece el recorte temático elegido por el realizador Alejandro Venturini para el documental sobre un personaje único e intransferible. Será Favio como cineasta en lugar de aquel otro como actor, cantante y militante peronista, acaso uno de los últimos que dijera “Perón” o “Evita” antes de murmurar el papá o mamá habitual.

A puro cine, entonces, transcurrirá el documental valiéndose de anécdotas, entrevistas a cámara, testimonios, la voz en off de Favio y una estructura (bienvenida sea) alejada de la cronología.

El documental de trabajo de Venturini recorre la infancia de Favio en Mendoza, la posterior llegada Buenos Aires y sus primeras intervenciones como actor pero el relato va y viene entre hechos lejanos y otros recientes que serán útiles para conformar la particular poética del creador.

En ese punto las palabras de Jorge Zuhair Jury, cable a tierra público y privado de Favio, alimentan el profuso anecdotario y los ideales del director de la extraordinaria Soñar soñar. Se suman las voces de Graciela Borges, Juan José Camero, directores de fotografía y músicos de sus películas, otros familiares, amigos de la infancia, pero poco y nada de su pensamiento y compromiso con el peronismo (es decir, con Perón y Evita) y solo ocasionalmente algún apunte que refiere a su rol de cantante. Y está bien que sea así: la aluvional personalidad e Favio, avasallante y multifacética, requeriría de ocho, diez horas más que el par que invierte Venturini para este primer importante y logrado acercamiento a un personaje imborrable del que este sábado se cumplen cuatro años de su muerte.

De allí que en la primera parte de Favio: crónica de un director los testimonios de su hermano Zuhair resulten los más claros y contundentes para descifrar a la sabiduría del maestro. Ese hablar pausado de Zuhair (también director: El fantástico mundo de la María Montiel, por ejemplo) va corriéndose a un costado en la media hora final del documental para dejarle paso a la voz y la figura de Edgardo Nieva, imborrable Gatica en el film del poeta del barro nacido en Luján de Cuyo.

Cuando Nieva comienza a describir cómo se gestó Gatica, el Mono, la forma en que conoció a Zuhair y luego a Favio, los primeros encuentros con el futuro director y la desmesurada pasión que el actor le puso a su histórico rol, allí sí, el documental de Venturini transmite una inusitada emoción que condice con lo público y lo privado. Es decir, como si se tratara de un relato con su correspondiente crecimiento dramático, tal como ocurre en la película desde que Gatica pide un faso en la puerta de la cantina en su última noche y de allí hasta el final, el ida y vuelta entre la voz calma de Zuhair y la postura visceral y a punto de estallar en llanto de Nieva para contar lo suyo, ese último trayecto de Favio: crónica de un director, parece filmado por el mismísimo creador invocado en el documental.

Entonces, nada más atendible que decir gracias Nieva, gracias Zuhair, gracias maestro Favio y gracias discípulo Venturini.

FAVIO: CRÓNICA DE UN DIRECTOR
Favio: crónica de un director. Argentina, 2015.
Dirección: Alejandro Venturini. Testimonios: Jorge Zuhair Jury, Leonardo Favio, Graciela Borges, Edgardo Nievam Juan José Stagnaro, Juan José Camero. Duración: 120 minutos.