Fase 7

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Humor en serio

Tras su elogiada (y premiada) participación en el Festival de Sitges y su paso por la competencia oficial de Mar del Plata, se estrena esta opera prima de Nicolás Goldbart (reconocido montajista de directores como Pablo Trapero, Damián Szifrón, Ulises Rosell, Alejandro Chomski y Rodrigo Moreno).

Con buena parte del mismo equipo de producción, actoral y técnico de Los Paranoicos (Gabriel Medina fue ahora asistente de dirección), Fase 7 demuestra que la FUC -a pesar de los múltiples y muchas veces injustos prejuicios- no sólo forma cultores de un cine intelectual o críptico sino que hay mucho amor por los géneros.

En el caso de Goldbart, propone aquí una combinación entre la comedia negra (con algo de La comunidad, de Alex de la Iglesia), el terror apocalíptico (en la línea de la saga de REC), el western urbano (con claras referencias -incluso desde la banda sonora del gran Guillermo Guareschi- a la filmografía de John Carpenter), la ciencia ficción y el cine de acción, con algunos pasajes de puro goce gore.

La pandemia de Gripe A es el pretexto para narrar una suerte de sátira con un costumbrismo porteño llevado al delirio lúdico y violento a la vez. Aunque por momentos la narración se traba y se resiente un poco, el film es simpático, atractivo y lleno de ideas visuales. El ecléctico elenco -que incluye a los protagonistas de Los Paranoicos (Daniel Hendler y Jazmín Stuart), como una pareja que en un par de meses tendrá una beba, a Yayo (toda una revelación en cine) y al inmenso Federico Luppi en plan malvadísimo- para una historia que transcurre casi íntegramente dentro de un edificio en cuarentena. Los enfrentamientos entre los vecinos generarán una escalada sangrienta irrefrenable. El film -festejado de forma efusiva e incondicional por el público cuando la vi en Mar del Plata- tiene un gran trabajo en HD del fotógrafo Lucio Bonelli (muy buena la proyección en DCP), del apuntado Guareschi, del sonidista Matín Grignaschi y del equipo de arte liderado por Mariela Ripodas.

Más allá de sus desniveles y caprichos (nada grave), estamos ante la posibilidad de que el joven cine argentino (no puse nuevo) consiga un éxito no sólo de crítica sino esta vez también de público. Los amantes de las películas de género, de las propuestas más desenfadadas -están avisados- tienen aquí una pequeña gran película para el deleite.