Exorcismo

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

La carrera del realizador Marcus Nispel es particular. Por un lado es uno de los productores de cine de terror más importante de la década del ochenta del siglo pasado y luego tomó notoriedad como director al ponerse detrás de cámaras de uno de los videos musicales más famosos de todos los tiempos “Spice up your life” de las Spice Girls.
En ese abanico, que además le permitió dirigir algunas cintas épicas como “Pathfinder” o “Conan”, su carrera nuevamente viró al cine de género al dirigir el reboot de “Viernes 13” y nuevamente buscar proyectos más personales que lo identifiquen con sus orígenes.
Así llegamos a “Exorcismo” (USA, 2015) que en su título original “Exeter” refiere al hospicio en el que los hechos narrados cobrarán acción a partir de una clásica estructura que reposa la historia en un grupo de jóvenes, cada uno con su característica y particularidad, que intentarán buscar respuestas sobre los extraños sucesos que acontecieron en el lugar décadas atrás.
Exeter fue, en principio, un lugar inclusivo que intentó bregar por los derechos de los niños con capacidades diferentes. Respondiendo a la Iglesia Católica, dentro de él se implementaron algunos de los más revolucionarios experimentos “educativos” para poder paliar las carencias de los pequeños, pero, con el correr del tiempo, el lugar terminó por virar en un sangriento hospicio en el que miles de niños fueron sacrificados ante la imposibilidad de contenerlos y de querer ayudarlos.
Allí llegarán los jóvenes a una noche de fiesta extrema pese a la reticencia de Patrick (Kelly Blatz), el más sensato de todos, quien ve con malos ojos el estar en ese lugar sin permiso del padre Conway (Stephen Lang), encargado de las tareas de refaccionamiento y limpieza para poner en funcionamiento el lugar nuevamente.
Pero nadie le hace caso, y mucho menos Rory (Michael Ormsby), su hermano menor, quien esa misma noche terminará siendo poseído por un espíritu luego de jugar con un disco encontrado entre la basura de Exeter.
Luego de esto la película virará hacia los intentos denodados por parte de los jóvenes por salir con vida del lugar, tarea nada fácil ya que el mismo cobrará vida para evitar dejarlos con escapatoria alguna.
Patrick se convertirá en una especie de líder, y junto a Reign (Brittany Curran), una aguerrida y espontánea muchacha, inentarán conseguir una vía que les posibilite, primero: salir con vida de Exeter, segundo: lograr revertir la posesión de Rory.
Pero las vueltas del guión, claramente, complicarán todo, y aquello que por un lado se creía de una manera, al segundo se modifica, virando la historia de estos jóvenes a un carnaval sangriento en donde el trazo grueso es la marca más presente, pero también la que permite disfrutar la historia desde el primer momento.
Nispel sabe que no está dirigiendo la obra maestra del género, pero justamente su tarea es conducir con habilidad a este gripo de inexpertos actores hacia un lugar en donde el regodeo por la sangre, las vísceras y el slasher, estará presente para generar el placer en los espectadores, que si son amantes del género, saldrán satisfechos de esta sesión de exorcismo y muerte.