Essential Killing

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Y sobran las palabras

El polaco Jerzy Skolimowski tiene a su protagonista, Vincent Gallo, huyendo y sin abrir la boca.

No habla. A lo sumo, grita. El protagonista de Essential Killing podría ser la síntesis del apotegma justicialista, aquel de hechos y no palabras , pero bastante problemas tiene para escapar de quienes, armados, lo persiguen en medio de un territorio helado.

En la nueva película de Jerzy Skolimowski -uno de sus filmes más recordados es, paradójicamente, El grito -, el héroe o antihéroe es un talibán, quien estaba escondido en una cueva en Afganistán y asesina a tres norteameri canos. Prontamente es apresado (y torturado) y más rápido todavía logra escapar y emprender la huida.

¿Hacia dónde? No se sabe. Como tampoco se conoce su nombre, ni sus intenciones y por qué hizo lo que hizo. El por qué no habla parece una extensión de por qué no responde al interrogatorio. Una explosión cercana le ha dejado un extraño zumbido.

Enseguida se comprende que los datos son aleatorios. Para Skolimowski el por qué interesa menos que el cómo. El dolor del prisionero es lo que prima. Y la convincente actuación de Vincent Gallo es, entonces, fundamental para generar enmpatía con el espectador.

El prisionero está solo, malherido, perseguido por hombres cuando no atacado por lobos. Como no habla ni siquiera con quienes lo atacan, el relato es casi estrictamente visual.

Es cierto que al pobre tipo le pasa de todo. Cuando no está por congelarse en medio de la nieve, mete la pata literalmente en una trampa para osos. Las expresiones de Gallo van más allá del tormento por el calvario que atraviesa. En su virtual agonía se adivina la lucha por la supervivencia.

Las implicancias de la historia hacen que poco interesen la nacionalidad del perseguido y las motivaciones de unos y otros.

Cuando recibió el guión, el actor de Tetro debe haberlo meditado antes de aceptar el papel. Egocéntrico o no, Gallo supo que su personaje estaría prácticamente todo el tiempo en pantalla desde que sale de su cueva a matar a los tres extraños forasteros. Su rol le demanda extrema contención y exageraciones, tan disímil es lo que afronta. Entre la introspección y la exteriorización de su drama -el director también apela a raccontos, flashbacks de su pasado- navega y no naufraga el personaje, y con él, el actor.

Una curiosidad es la voz que se escucha diciendo que, casi proféticamente, y antes del 11 de septiembre de 2001, tres hombres iban a encontrar al Anticristo en Afganistán... Para alimentar más interpretaciones y/o polémicas.

La película contiene escenas que pueden resultar chocantes para gente sensible. Es un filme, si se quiere, de acción pura, pero también un drama bien envuelto en un thriller como Dios manda. Y sobran las palabras.