Essential Killing

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

Solo contra todo

El realizador polaco Jerzy Skolimowski construye en Essential Killing (2010) un relato cuyo epicentro es un único personaje. La composición de Vincent Gallo (premiado, al igual que el realizador, en los festivales de Venecia y Mar del Plata) es sencillamente magistral.

Casi dos décadas completas pasaron para Jerzy Skolimowski sin hacer cine, dedicándose a su otra pasión: la pintura. En 2008 regresó con Cuatro noches con Ana (Four Nights with Anna), pero con la repercusión de Essential Killing ha vuelto a destacarse como uno de los directores polacos más relevantes, sin dejar de considerar a Andrzej Wajda y Roman Polanski, su amigo personal.

En su último film, Mohammed ha sido capturado por las tropas estadounidenses. Las voces altivas, el mismo espacio, y el tratamiento tortuoso con el que es tratado, dan cuenta de una tensión que excede a esos personajes y es tan sólo la cara de un enfrentamiento mayor. Trasladado hacia otra dependencia, un accidente automovilístico le permitirá al reo escapar de sus captores y comenzar una lucha por la supervivencia. Esa lucha, la de un hombre que deviene animal (metafóricamente, claro está), es el núcleo dramático de Essential Killing.

Si debiéramos escoger un adjetivo que mejor describa a la propuesta estética de Skolimowski, “minimalismo” sería el más indicado. Un minimalismo que constriñe la acción a la lucha (pura y dura) por la vida, potenciando así la tensión dramática del relato. A partir de aquella huída, el espectador seguirá el penoso trayecto de Mohammed. ¿Hacia dónde escapa? ¿Cuán consciente está del lugar a donde se dirige? ¿Qué motivaciones lo llevan a aferrarse tanto a la existencia? Sin responder de forma objetiva ninguna de estar preguntas, la película se transforma en un tour de force de acciones centradas en mantenerse vivo. A tal punto, que el espectador sentirá al personaje en su respiración, en los pasos que poco a poco se hacen cada vez más dolorosos, en suma, en la fisicidad que lo define.

En ese mínimo desarrollo argumental, la película consigue generar una empatía directa con el personaje, como si se vaciara de su sentido político para ingresar a uno más elemental. En ese sentido, la puesta en escena emplea al travelling como principal herramienta de construcción espacial, generando la sensación de que ese calvario se extenderá hacia el infinito. El espacio que Mohammed transita es el de un bosque nevado, que pone a prueba su resistencia permanentemente. Gallo logra transmitir toda la entrega y pulsión vital para mantenerse en pie, y alcanza una actuación visceral y conmovedora sin recurrir a la palabra.

El contraste entre la pulsión vital y la muerte le da sentido a la trama, pero en ésta aparecen otros contrastes: lo bestial y lo humano, la tecnología de guerra y el despojamiento, el desierto y el bosque nevado. Sobre esos pares antitéticos Skolimowski centra la tensión Essential Killing. Son, al mismo tiempo, oposiciones que de algún modo neutralizan el espacio, reduciéndolo a un campo de combate en donde el enemigo es el espacio mismo. Si bien no hay un vaciamiento del sentido histórico, es complejo asignarle una nacionalidad específica a Mohammed, o una pertenencia geográfica y política en particular a su propio martirio. Algunos flash-backs atentan contra esta idea, restándole a la película su potencia dramática. Menos débil y más alegórica resulta la parte final, en donde el hombre ingresa a una cabaña y toma contacto con una mujer (Emmanuelle Seigner), quien instaura la paradoja de encontrar un halo de humanidad en medio de un contexto que carece de ella.