Essential Killing

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

El privilegio de la narración visual

Después de diecisiete años sin filmar, en 2008 el director polaco Jerzy Skolimowski retomó su oficio de cineasta con Las cuatro noches de Ana. Dos años después realizó Essential killing , que ganó el Premio Especial del Jurado y la Copa Volpi al mejor actor para Vincent Gallo en la Muestra de Venecia, y el de mejor película en el Festival de Cine de Mar del Plata de 2010.
En esa ocasión, el director manifestó al periodismo que sus películas suelen tratar sobre los que están "afuera", los que no pertenecen o no encuentran su lugar en la sociedad, los rebeldes que terminan sublevándose contra el sistema. Essential killing también se inscribe en este cuadro.
Skolimowski estudió en la famosa Escuela de Cine de Lodz, donde fue compañero de Roman Polanski, con quien trabajó en la escritura del guión de su ópera prima, El cuchillo bajo el agua. Debutó como director con Barrera (1966) y luego realizó, entre otros largometrajes, Deep end (1970), Alarido (1978) y Proa al infierno (1985).
Por una deliberada decisión del director, Essential killing no brinda certezas sobre los países donde se desarrolla la historia, aunque por las geografías que se observan puede presumirse que el relato comienza en Afganistán y concluye en Polonia.
Según los créditos del filme, el protagonista se llama Mohammed, presuntamente un combatiente talibán, que es apresado por fuerzas extranjeras (¿norteamericanos?), torturado y luego trasladado a Europa del Este.
Pero el hombre aprovecha un accidente del vehículo que lo transportaba para fugarse. Como un animal acosado y guiado sólo por su instinto, se introduce en un bosque nevado, donde pone al límite su capacidad de supervivencia, mientras es perseguido por un ejército fantasma.
El fugitivo no habla, para evitar que sus palabras pudiesen ser asociadas con algún idioma de Medio Oriente. El director privilegia la narración visual por sobre los diálogos, y concreta una minuciosa elaboración de la banda sonora, que adquiere una relevancia dramática fundamental.
Otras bazas decisivas de este filme son la ambientación escenográfica y la convincente actuación de Vincent Gallo como el hombre que huye, mata para sobrevivir y encarna a la perfección la escalada de suspenso con el que Skolimowski involucra al espectador.