Escalofríos

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Terror con humor y amor al género

La obra recupera los mejores recursos del cine de horror y toma como base los libros de
Stine. Todos los personajes terroríficos que desfilan, aportan un estilo divertido e histriónico.

Hoy el cine de terror está asociado a sensaciones extremas, shockeantes, a momento que van de miedo al asco, sin poder diferenciarse el límite. Hay muchas películas de terror buenas, pero hay muchísimas que sólo se quedan en el impacto superficial. El cine de terror ha sido, desde siempre, un género que ha despertado un enorme cariño entre sus fans. Escalofríos recupera todo aquello por lo cual ese género menospreciado y maltratado se ha convertido en uno de los que con mayor firmeza ha atravesado la historia del cine.
Mientras que los personajes de otros géneros han pasado al olvido, ni cien años han alcanzado para hacer sentir una mínima amenaza sobre la permanencia de los clásicos nombres del horror universal (y, valga el juego de palabras, de los estudios Universal). Con una dignidad más que saludable, Escalofríos toma los libros de R. L. Stine y hasta lo convierte en parte de la historia. Algo del espíritu siniestro y ligero a la vez del cine de los ochenta, como Gremlins, habita en la película. La casa de al lado en los suburbios, un tópico clásico de género es el punto de partida.
El protagonista es bueno en el barrio y la chica que vive junto a su casa le llama la atención, así como un hombre algo osco que vive con ella. Pronto descubrirá que las precauciones de sus vecinos tienen un motivo y que los libros que ellos poseen no deberían ser abiertos jamás. Bueno, en realidad sabemos que todo el chiste es que los abran, claro. Todos los personajes terroríficos habidos y por haber se dan cita en un verdadero festín de terror y humor, donde lo divertido se impone por encima de cualquier otra cosa. Jack Black interpreta a R. L. Stine y, como ocurrió en Escuela de rock, encuentra el perfecto equilibrio para su histrionismo natural. Hay un espíritu realmente luminoso en Escalofríos, esa línea que va desde los ochenta hasta la actualidad y que también ha asomado en títulos como Jumanji y, en menor medida, en las películas de Una noche en el museo. Ese espíritu de verdadero amor por el cine de terror y sus personajes, es su profundo amor por la literatura. Para sobrevivir en esta vida, nos dice Escalofríos, más vale que hayas leído algún libro. Y no cualquier libro, sino esos libros que desde siempre produjeron escalofríos en millones de lectores, a la vez que desarrollaron una enorme imaginación.