Errantes

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Una historia de lucha y desarraigos

En el comienzo están las excavadoras, las paredes que caen, el terreno que parece más territorio de posguerra que barrio porteño. Pero de eso se trata: del inicio del documental Errantes, que también es el final del asentamiento conocido como La Lechería, entre La Paternal y Villa del Parque, donde solían vivir más de mil personas. Así, los directores Lisandro González Ursi y Diego Caraballi reconstruyen por medio de imágenes y testimonios el recorrido de sus habitantes para conseguir una vivienda digna a partir de la fundación de una cooperativa. Aunque en un principio se utilizan imágenes de noticieros para contextualizar la historia, la verdadera fuerza del relato está en el seguimiento de esas personas/personajes que luchan por cambiar su precaria situación habitacional.

Las cámaras recorren laberínticos pasillos, se detienen en los juegos de los chicos al borde de las vías del ferrocarril San Martín y en las asambleas donde se discuten los detalles del inminente desalojo y la obligada mudanza. En todas esas escenas, los realizadores consiguen transmitir el sentido de urgencia que sobrevolaba el lugar y a sus habitantes, decididos a trasladarse a Mataderos, donde la cooperativa había logrado comprar un terreno para que el gobierno de la ciudad construyera las viviendas prometidas. Menos lograda es la construcción del relato en el que se abusan de las elipsis -no se explica la génesis de la cooperativa-, sin aportar algunos mínimos datos sobre los vecinos. Así, sus declaraciones pierden contundencia.
Testimonios

"Este lugar me ganó por cansancio", dirá, lapidaria, una de las protagonistas del documental, una mujer que cuenta lo difícil de sus primeros años en el asentamiento y que, cuando la conocemos, es una de las más activas integrantes de la cooperativa. La elección de los directores y guionistas de no identificarla -a ninguno de los personajes- ni siquiera con un apodo podría funcionar a modo de afirmación y defensa del trabajo comunitario, pero combinado con las constantes elipsis en el desarrollo de la historia acentúa la falta de información del espectador.

Por momentos conmovedor y visualmente atractivo -el contraste entre la ruina de La Lechería y la construcción de las nuevas viviendas-, el documental consigue escenas de impresionante crudeza, aunque no logre armar con ellos un conjunto del todo fluido. Las dificultades y desvíos en el camino hacia sus nuevas casas son mostrados en detalle, especialmente la discriminación y prejuicios que padecen los vecinos, pero poco y nada se explica de los resultados de esa injusticia..