Entre tragos y amigos

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Desde hace un mes, por razones estacionales y festivales, me tocó ver mucho cine francés (algo no tan habitual) y por esas casualidades, los conflictos que esos títulos presentaban, se instalaban en el empleo del tiempo libre de la clase media europea. Vidas confortables, universos refinados, sociedades frías.
Sí, los latinos tenemos corazones que ostentan otra temperatura y quizás por ello, (digamos, una cuestión de idiosincrasia) muchos de estos films parecen distantes, aunque sus conflictos parezcan superficialmente universales.
Hablamos de “Barbecue”, quinto opus para la pantalla grande de Eric Lavaigne, director de comedias apenas simpáticas que nunca descolló ni acertó pleno alguno en la taquilla. Su trayectoria deja sólo alguna nota interesante en “Incógnito” (2009) y no mucho más. Aquí, escribe y se pone al frente de una historia más bien tradicional de crisis y replanteos.
Antoine (Lambert Wilson) vive bien, trabaja en la empresa de su padre, está casado y se mantiene en buena forma. Eventualmente tiene algún breve amorío pero nada que altere su rutina, cierto día en una carrera sufre un infarto que lo llevará a replantearse algunas cuestiones de su vida.
Es real, el hecho de tener una existencia ordenada, probablemente brinde posibilidades de vivir más años. La cuestión es qué tipo de vida estás viviendo. O mejor dicho, si vale la pena postergar algunos deseos, prohibir algunas conductas y evitar las transgresiones por incómodas, o peligrosas…
Digamos que Antoine resuelve esta cuestión, al salir del sanatorio, con un cambio de rumbo. Dejar de lado la estructura y lo políticamente correcto y mostrarse natural, despreocupado y sincero. Claro, para una persona de 50 años, no es un tema menor. El es parte de un grupo de amigos acomodados (excepto uno) y lentamente las actividades que compartan comenzarán a volverse ásperas e incómodas (también con su esposa, con quien hay cuestiones por resolver) a tal punto que el grupo sentirá que su viejo amigo, ya no disfruta de las cosas que los unieron.
Lavaigne nos ofrece un film que no alcanza la categoría de simpático, donde no hay risas ni abundan las sonrisas. Las ideas que presenta son esquemáticas (todo lo que me hacía bien ahora me hace mal) y sin gracia. El ritmo de la historia no aporta emoción y sólo podemos destacar los esfuerzos que hace Wilson para mantener a sus colegas cohesionados para hacer funcionar el relato.
El resultado está lejos de lo esperado. “Barbecue” es una comedia lavada, donde un grupo de burgueses francesas discuten demasiado las facturas que pagan en sus salidas. Lo central (la cuestión de una crisis que obliga a un replanteo honesto de vida), queda desdibujado entre croissants y cenas regadas con buenos (en apariencia) vinos. Discretísima.